Forbidden

El diario de Amelia.

Hacía tanto tiempo que quería volver a escribir sobre este diario que me había regalado mi hermano mayor.
Me di cuenta que escribí siempre sobre Kiku en él, pero nunca había escrito sobre mi primer amor; Javier. Es raro, teniendo en cuenta lo enamorada que estaba de él. ¿Y quién no está super enamorado de su primer amor? Sí, ese que se nos dio la primera vez de niño. Ése que diste todo, todo. Y bien, Javier era mi primera vez en todo en mí, hasta en lo que se refiera en lo sexual. Y sí, el fue quien me había quitado la virginidad, mi primer beso.

Y recordar que de niña lo dibujaba, me causaba gracia porque lo hacía tan alto y a mí tan pequeña, que cuando crecí eso quedó atrás ya que medía la misma estatura que él; ese metro setenta y dos.

Pero qué va, si ¿a quién demonios le importa la estatura? Esas son cosas sin importancia, vale.

Lo importante aquí es la descarga que no pude hacer hace en meses. Y es que fui secuestrada por quien creía que me amó alguna vez. Y eso, por Dios que me dolió. Y me dolía porque era él, me dolía mucho más que el mismo secuestro en fin. En esos días que tuve privada de mi libertad me pregunté todo este tiempo, ¿por qué?

Por qué~

Esa palabra fue constante en mi cautiverio. Si no es que era la única. Porque vivía con la constante rondando en mi cabeza, con el dolor que implicaba todo en mí.

Se suponía que Javier me amó alguna vez... ¿y me hacía esto? Me dolió en el alma, juro que no daba más. Con eso que rondaba en mi mente y no me dejaba en paz.

Aunque...

Sí, hay un aunque, porque a pesar de amar con todo mi corazón a Kiku nunca pude olvidar a mi Javier. Y eso me dolía, porque me sentía infiel a la persona que demostró todo mi interés en mí, y yo le pagaba no lo olvidando al otro.

Pero bien, con toda la pena del mundo, que Kiku me perdone esté donde esté, porque quiero escribir sobre quien amé alguna vez y deberé ser sincera una vez en la vida.

Bien comencemos.

Si sobre amor hay que hablar, yo amaba a Javier desde que tengo memoria. Si lo conozco desde toda la vida. Javier era mi vecino. Más que eso, era el mejor amigo de mi hermano mayor.

Recuerdo que de niña, le regalaba muchos dibujos, cartitas y dulces. Le daba todo lo que podía. Y él con una dulce sonrisa los aceptaba. Sí, todo muy lindo, pero había algo o mejor dicho algunas cosas que nos separaba. La primera era la edad, Javier tenía la misma edad que mi hermano y bien, nos llevábamos ocho años. Bien, muchos dicen que para el amor no hay edad, pero cuando tú eres una niña y él un adolescente, no quedaba muy bien algo amoroso entre esas dos personas. Bien, eso era una. La otra que para ese entonces, Javier tenía una novia; Fernanda. Y me hubiese gustado decir que la odiaba, pero no... era la mejor chica que conocí en la vida. Me dolía que ambas estuviéramos enamorada del mismo chico. Pero a pesar de todo, yo no lo dejaba de amar. Y en mis planes estaba enamorar a Javier. Lo siento, Fernanda, pero lo quería para mí, y tú en ese instante me importaba un bledo.

Fui creciendo y lo que sentía por él iba aumentando. Pensé que quizás de grande esos pensamientos y sentimientos se irían, pero para desgracia de todos sólo aumentaba. Y eso sólo pasaba una cosa por mi mente: lo quería para mí. Me importaba muy poco la relación estable que tenían, era capaz de todo para que Javier se quedara conmigo, y así lo hice.

Para mi corta edad, empecé a desarrollarme de muy chica, y para el dolor de cabeza de mi papá y Matthew mi busto ya era grande. Con doce años era la que más tenía en mi clase y bueno... por eso mis compañera me empezaron hacer bullying. Decía que usaba relleno y si no era eso, decían que era porque yo era gorda. Recuerdo cómo me hacían llorar las mal nacidas, tanto que iba a la alcoba de mi hermano a llorarle, pero bueno, eso es historia para otro día.