12. ¿Soy capaz de eso?

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«Te necesitan en el teléfono, baja ahora» comentó Emmy entrando a la habitación después de dos horas de estar encerrada.

Me levanté de la litera y bajé, tomé la bocina y la llevé a mi oreja. «Habla... Clime» balbuceé;. Seguramente era mi madre enfadada o tal vez mi padre. «¡Soy Megan!» exclamó. —Iré a tu casa ¡AHORA!—. Me aturdió su tono tan fuerte de voz. 

Cuando llegó a casa, me tomó del brazo como siempre solía hacerlo. Subimos a la habitación y forzó la puerta. Estaba enfadada e inquieta. «No puedo creer que lo hiciera» dijo. De nuevo sacó su celular y mostró mi foto publicada.

  —Ya lo sé, no tienes que mostrarla— dije avergonzada.

  —No puedo creer que estés tan tranquila... ¿Qué no ves? Te ha arruinado la vida, ahora todos en la secundaria sabrán de qué color eran tus calzones y de que no usas sostén.

  —¡Basta!— exclamé. —No me lo recuerdes...es mejor que te vayas, no estoy de humor—dije con la voz temblorosa.

  —Eres mi amiga y te prometo que ganaremos; esto es guerra y no aceptaré un ¡No! por respuesta.


«Adiós y recuerda que estás demente» le reiteré a Megan. La acompañé hasta la estación del autobús y sin ánimos de regresar a casa me senté en el parque desolado. Me encorvé y permanecí con la mirada agachas, mirando mis zapatos sucios. «Es hora...» escuché un susurro femenino. Pegué un pequeño brinco y volteé detrás de mí. No había nadie allí y ni pensar que estaba oculto detrás de un árbol, el único estaba a un kilómetro. «No estoy de humor» dije al que me estaba fastidiando.

Me acomodé en la banca, miré a mi alrededor y no había señal de ningún sujeto. «Soy una demente...vamos Clime, no alucines» pensé.

En ese instante sentí un fuerte calambre en mi manos; las miré y las venas de nuevo se brotaron; sentía en mis dedos millones de hormigas rodeando mis brazos.

«¡Auxilio!» exclamé. Involuntariamente se fueron cerrando las manos con fuerza, tanto que me hice lastimar la palma con las uñas.

El viento empezó a soplar violentamente, de un lado a otro como si una tormenta estuviera por llegar.   —¡Basta! ¿Qué es todo esto?—dije agonizando de dolor. —Basta, basta, basta, basta...— dije una y otra vez cerrando los ojos con fuerza. «Es hora» escuché el susurro repitiéndose. —¡No!—grité.

El dolor desapareció; abrí los ojos y el viento era aún más hostil. Miré mis manos y estaban empuñadas sin ninguna anormalidad. Las abrí con celeridad y en la palma de ambas manos, justo en el centro había una mancha azul. A continuación  cayeron gotas de lluvia en ella y sobre todo el parque.

Estaba perpleja mirando de un lado a otro, volví a mirar una de mis manos y la empuñé, esta vez ocurrió un suceso extraordinario. «Esto no es posible» pensé con incredulidad. Al cerrar la mano las gotas dejaron de caer inesperadamente.

Absorta volví a abrir la mano y de nuevo cayeron las gotas fluidas de lluvia. Pensé en decirle aquello a Emmy; si sabía de mi origen, probablemente resolvería mi anomalía.

Clime#Wattys2016 (sin corregir y terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora