Capítulo VII

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El tema de su adolescencia era algo de lo que no quería hablar nunca...
-¿Quieres decir que has cambiado?- preguntó él con ironía -. A mí me pareces exactamente igual; y está, desde luego la motocicleta, como ejemplo de un capricho de adolescente.
-Tal vez tengas razón -logró decir Sakura con la helada dignidad -; pero no estoy mezclada en ninguna intriga, así que puedes tranquilizarte -no se imaginaba por qué había ido a verla, y se sentía nerviosa. El no respondió ni se levantó por su café. Ella tuvo que llevárselo. Le temblaba tanto la mano, que derramó un poco el líquido caliente sobre su dedo pulgar y con rapidez puso la taza sobre la mesa para luego llevarse el dedo en la boca.
-Déjame verlo -antes de que ella pudiera protestar, él tomó su mano con gesto irritado-. No puede uno dejarte sola porque te metes en problemas -murmuró y ella le arrebató la mano.
-Ya soy una persona adulta a cargo de mi propia vida -lo miró con furia contenida.
-Eso podría parecer -repuso él con tono áspero-. ¿Cuál es la ocasión especial? ¿Esperas a Akasuna?
-¿Qué quieres decir? -su enfado y su actitud la dejaron atónita. Según ella, no había hecho nada para provocar ese ataque.
-No seas mojigata, Sakumo; no te queda. Anoche eras la misma marimacho que hace años atrás; pantalones, botas y montada en esa cosa. En cambio, esta mañana estás exquisita, obviamente esperando una ocasión especial.
-No sé de qué me estás hablando -y no sabía, en verdad.
El la tomó por los hombros con fuerza, alzándole la cabeza.
-¿Y qué sucedió con la trenza?
-Tomé una ducha. Cuándo terminé sonó el teléfono y...
-Y no traes nada bajo la bata de seda.
Ella ruborizó y él lo tomó como señal de culpabilidad.
-¿Te llamo Akasuna y esperas su llegada? -preguntó con irritación y la mirada helada -. ¿Tiene que ser en tú casa? ¿No pudo él llevarte a su hacienda? ¿La señora Chiyo se opone? Mientras vivas en esta propiedad...
-¡Cerdo! -explotó ella-. ¿Que derecho tienes de venir a insultarme? -luchó por liberarse de sus manos, pero él la apretó más fuerte-. ¡Sasori no es como tú! El no me trata como una marimacho o una prostituta.
-¡No digas esas cosas! -la sacudió.
-¿Por qué no? Tú lo acabas de insinuar -jadea a por la furia.
-No sigas, -pidió él -. Sufriste una fuertemente conmoción anoche y esto no te hace ningún bien.
Ella soltó una risa histérica, con lágrimas en los ojos.
-Es asombroso cómo cada vez salgo peor de esto. Yo estaba en mi propia casa, atendiendo mis propios asuntos, cuando tú te apareces como el demonio que eres, lanzándome acusaciones, y resulta que es mi culpa. La única conmoción que tuve fue la de volver a verte. ¡Sal de aquí!
-Perdóname -Sasuke la miró con ojos brillantes -. Me enfureció pensar que estabas esperando a Akasuna así.
-Tal vez así es; quizá estoy mintiendo -de pronto, se sintió débil y se dio la vuelta, sólo para que él la hiciera volverse con violencia. Sus ojos encendido, pero al ver las lágrimas en los ojos de la joven, aflojó su agarre.
-Bebe tú café.
-Ya no lo quiero.
-Claro que sí -la hizo sentarse en una silla y le dio la taza -. Bebélo y vete a la cama.
-Tú no me vas a decir lo que tengo que hacer.
-Te he estado diciendo que hacer toda tú vida -le recordó él con severidad. Eso logró que piense en la molestia que debió de haber sido para él y volvió a ruborizarse.
-No los últimos cuatro años. Tú te fuiste y yo crecí. Ahora soy competente y tengo un sólo propósito.
-¿De veras? -él se apoyó en el borde de la mesa, mirándola a la cara -¿Y cuál es tú único propósito? ¿El trabajo?
Eso sonó amenazador a la joven y recordó la mirada de él la noche anterior. Más no iba a dejar que él supiera lo mucho que temía que la despidiera.
-¿El trabajo? No realmente, aunque sí lo disfruto. En verdad, mi propósito es un buen matrimonio.
-¿Akasuna? -Sasuke entrecerró los ojos y ella casi perdió el control -. ¿Es él el elegido o es uno de tantos?
-Yo soy bastante fiel -Sakura suspiró románticamente. Era suficiente con un traidor en la finca.
-¿De veras?-él le quitó la taza y la atrajo a sus brazos -. Veamos que tan fiel eres. Bésame a mí en vez de a Akasuna.
-Yo... yo no beso a cualquiera. Ya no soy una niña -había pánico en su mirada y él sonrió de modo burlón. Ella temblaba y eso parecía producirle placer.
-Ya no eras una niña la última vez que te besé. Entraste en un arrebato de éxtasis sensual.
Eso era en lo que ella no quería pensar, algo que le producía pesadillas y vergüenza.
-¡Sueltame! -exclamó con tono hostil, pero él le pasó la mano por la espalda y ella lo miró con más súplica que enfado.
-Todavía no -murmuró él -. Estoy de regreso, Sakura.
-¿Y... y yo soy una doncella más? -eso me dolía mucho. Sabía acerca de las mujeres de Sasuke. Lo sabíadesde boutiques hace tiempo, pero él siempre fue su amigo, hasta aquellos últimos días.
-¿Por qué no? Estás convenientemente cerca, y de todos modos te enseñé todo lo que sabes. Puedes comparar esto con el ardor de Sasori.
No había comparación posible. El miró sus ojos llenos de pánico antes de besara. Nadie la había besado así nunca, nadie más que Sasuke aquella noche, cuándo tenía dieciocho años. Eso había sido su ruina, porque nada se comparaba con la forma en que él la tocaba, en que él la besaba.
Se sentía flotar, girar como una hoja al aire; respiraba agitadamente él seguía abrazandola, implacable, moviendo su boca sobre la de ella en busca de profundizar, hasta que las piernas de la joven se doblaron y ella se abandonó a él...

TraidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora