Clocks - Coldplay

185 15 4
                                    

Disclaimer: Todos los personajes mencionados son propiedad de Capcom, excepto los OC. Y cada título es propiedad de la banda musical nombrada.

Amy es propiedad de mi querida amiga Jenni, AKA Cayendoenelolvido ♥

.

.

.

Clocks - Coldplay

Mi nombre era Amy Stokes, hasta que la tragedia azotó mi puerta. Sin embargo, como surge la vida tras la muerte, resultó que todo ese dolor trajo consigo algo bueno. Algo que consiguió sacudirme los cimientos y volverme más fuerte de lo que nunca imaginé.

Buena parte de ese mérito lo tiene él: mi esposo, mi amigo y confidente. El hombre que me dio su apellido, orgulloso de que ahora también sea mío.

Ese hombre es Leon Scott Kennedy.

Lo miro mientras se cambia de ropa. Es guapísimo, pero ¿a quién le sorprende? A pesar de los años transcurridos, todavía me fascina ver lo bueno que está. Se me hace agua la boca; es como probar un vino añejado en roble francés...

Leon se da vuelta a mirarme —aún metida en la cama, con el pelo revuelto y la cara brillante— y me descubre fascinada con el paisaje. Se ríe ampliamente, una reacción no muy habitual en él.

—Cariño —dice con voz ronca, haciendo que se me encojan los dedos de los pies—, se te ve muy animosa esta mañana.

—Tal vez tenga que ver con la visión de ensueño que estoy teniendo... —me froto los ojos con una mano, como si me costara creer que es verdad.

—Me has visto vestirme para trabajar bastantes años como para reaccionar así —se burla a la vez que se inclina hacia mí y me da un beso en los labios. Su barba me pica la cara, algo que también me encanta aunque todavía no se lo digo.

—Pues yo sigo viendo lujuria en tu cara cuando hago esto —arranco las sábanas, liberando mi cuerpo desnudo. Él jadea—. ¿Te das cuenta? Estamos destinados a desearnos el uno al otro como si fuéramos adolescentes.

—Apoyo tu teoría —vuelve a besarme—, pero como sigas así me harás llegar tarde.

—Eso sí que sería una novedad —él sonríe de medio lado—, pero hoy no puedes retrasarte, así que ¡largo! —Lo empujo para que se aparte de la cama.

—Sí, señora.

Permanecemos un rato en silencio mientras mi esposo termina de vestirse y yo me coloco la bata. Nos miramos a través del espejo y esbozo una sonrisa pícara para decir: —No olvides que hoy te toca ir a la reunión de padres. —Alex, nuestro hijo, es un chiquillo divino. Nunca nos da problemas, lo cual a veces nos hace sentir niños a nosotros.

—Eh... —vacila al colocarse la chaqueta—, ¿no te tocaba a ti esta vez?

—No empieces, Leon. Tienes que ir —me cruzo de brazos—. ¿Por qué no te gustan esas reuniones?

—Son tan aburridas... Demasiado corrientes para mí. Cuando me preguntan a qué me dedico, me miran como si estuviera loco.

Estás loco. No es como si fuera un secreto.

—Gracias —musita con una mueca burlona.

—¿Necesitas algún ejemplo para convencerte? De partida, ir a meterte por voluntad propia a Raccoon City en vez de salir corriendo apenas supiste lo que ocurría no habla mucho a favor de ti.

—Pero allí pude conocerte. Valió la pena ser tan idiota.

Su frase consigue derretirme inexorablemente. Así que camino hacia él y lo abrazo por la espalda, acariciando su estómago esculpido por encima de la delgada tela de su camisa azul.

—Te quiero —murmuro. Apoyo la mejilla en su omóplato y me acurruco como si tuviera diez años. Me encanta sentirme tan protegida, aunque en el pasado también pude devolverle la mano.

—Eso es bueno —se ríe—, me hubiera preocupado ser el único enamorado en esta relación.

—¡Leon! —Le doy un manotón en el brazo, aunque también me río. Así no se puede.

La verdad es que hemos pasado por una dulce época de tranquilidad. Transcurridos más de cinco años desde la última vez que nuestras vidas peligraron, me atrevería a decir que podemos respirar la paz. Sherry y Jake continúan su idilio, Hunnigan ha encontrado en Helena a su media naranja, y Ada... Bueno, a Ada se la tragó la tierra. No voy a mentir, me encanta que esté lejos de nuestra vida, pero tanto silencio me da mala espina. Creo que es lo único que podría llegar a preocuparme si me dedicara a pensar en ello.

Que, desde luego, no lo hago.

Pestañeo para dejar de divagar y doy una palmadita juguetona al duro trasero de mi marido.

—¡A trabajar! —exclamo.

—Vale, vale, todo sea por tenerte feliz.

—Claro, y a ti no te gusta ser el súper héroe del día, ¿me equivoco?

Leon se gira para atraparme entre sus fuertes brazos. Acto seguido, planta un suave beso en la punta de mi nariz y luego susurra: —Solo con ser tu héroe y de Alex es suficiente.

A la mierda el trabajo. Me apreto contra su cuerpo y lo beso, moviendo mis labios insistentes en su boca. Siento su aliento mientras nuestras lenguas juguetean con avidez y suspiro de emoción. Definitivamente, no podría cansarme de esto. Es mi paraíso personal, y no lo cambio por nada. Quiero pensar que el bioterrorismo nos dará un pequeño respiro para seguir disfrutando de ellos. Y si no, que les den por el culo como diría Jake.

Dios, qué bien besa mi esposo. Debo recordar que me distraiga más seguido.

WormholeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora