Born to die - Lana del Rey

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N. de la A.: No es domingo, pero no importa xD igual ha pasado muchísimo tiempo desde la última vez que subí un capítulo a este "fic". Lo peor de todo es que la mayoría están listos para salir al mundo, pero nope, los miro y siempre encuentro algo que no me gusta... así que siguen esperando, jajaja.

Pero hoy es diferente. Hoy es una ocasión especial.
Inicialmente este one-shot iba a ser un regalo de navidad xD me pasé poh jajajaj, me pasé un poco de la fecha :P pero ¡aquí estoy!
Este capítulo, en toda su extensión, es un regalo para mi mejor amiga Jill Filth. Porque amo su fic "Resurrección" y quiero leer ese final ¡pero ya!
Amiga, te adoro, te amo y te quiero con todo mi oscuro corazón. Eres la mejor del universo, y aunque me he demorado más que la csm en publicar este fic, quiero que sepas que cada palabra ha nacido para darte un gusto. ¡Te amo hasta el infinito!

Disclaimer: Los personajes utilizados aquí son propiedad de Capcom.

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Born to die – Lana del Rey

En las afueras del palacio de gobierno estadounidense, la gente caminaba con su ritmo acelerado típico de la capital. Todos ensimismados en sus propios problemas, ajenos a cualquier asunto que no tuviera directa relación con sus vidas. En medio de aquel caos ordenado que constituía el tránsito peatonal de las calles aledañas al palacete, un par de soldados se abría paso con ligereza. El más alto y fornido se desplazaba con cara de pocos amigos; el otro, menos corpulento pero aun así fibroso, caminaba con el paso seguro de quien no debe nada a nadie.

Ellos eran Chris Redfield y Piers Nivans, quienes apenas pusieron un pie en la Casa Blanca fueron recibidos casi con vítores por todos los empleados del lugar, que se desvivieron inmediatamente en atenderlos: agua, galletas, cómodos sillones... Ellos se mostraron humildes y aceptaron los mimos con agrado mientras se dirigían a su destino.

Chris sacó su teléfono móvil y marcó el número de Claire con la intención de preguntarle en donde se juntarían. Aprovechando que estaba ahí mismo, saludaría también a Leon Kennedy, ya que hace meses no lo veía.

—Hola, Claire. Sí, estoy aquí. ¿Cinco minutos? Vale, no hay problema. Dile a Leon que se asome también. Okay, te espero —colgó rápidamente—. Siento haberte pedido que me acompañaras, Piers —dijo a su compañero.

—No hay problema, tampoco es que tuviera mucho que hacer —respondió alegremente.

—Uhm... Casi te creo —observó Chris con sus ojos llenos de agudeza—, pero luego de lo ocurrido con Jenna te has vuelto de lo más playboy. ¿No tienes algún pub que visitar hoy? ¿Chicas que se rindan a tus pies?

Piers no podía enfadarse con su capitán cuando le hablaba en ese tono socarrón, porque sabía que en el fondo se preocupaba por él.

—Me estoy portando bien, señor —replicó con una sonrisa bufona.

—Eso espero, porque el único que sale perdiendo eres tú.

—¿Me va a sermonear, capitán? ¿Me va a dar la charla?

—¡Oh, vamos! —Chris le dio unas palmaditas en el hombro—. Ya sabes a qué me refiero. Es solo que no te veo como... como un chico de esos. Pero si quieres divertirte un rato, nadie va a juzgarte.

Ambos tomaron asiento en un mullido sofá. Piers estaba en silencio, porque las palabras de Chris siempre conseguían hacerlo sentir como un hermano menor apabullado por la sabiduría del mayor. Tal vez él era capaz de ver en su interior; lo herido que se encontraba tras haber deseado casarse con una chica preciosa como Jenna... solo para descubrir que era una arpía sin corazón, que estuvo a punto de comerle las entrañas y desechar los despojos por el ducto de la basura. Ahora huía de los ojos grises y cabellos rubios, porque le recordaban a quien jugó con él por algo más de dos años. Al menos ella tuvo la decencia de rechazar su propuesta de matrimonio, o además su vida se habría transformado en un jodido infierno.

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