El Hombre lobo Consultor

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Era una mañana tranquila en la mansión Baskerville. Sherlock se había ido a la cama por ahí cerca del amanecer y aún seguía profundamente dormido. John estaba despierto, pero incapaz de dejar el calor y la comodidad de la cama. Estaba tratando de ocultar su sonrisa, Sherlock se encontraba acurrucado contra el pecho del doctor. Podía sentir la profunda y cálida respiración del hombre más joven contra sus pijamas. Un brazo delgado estaba agarrado de él. Los rizos oscuros la hacían cosquillas en su barbilla.

John sabía que Sherlock jamás llegaría a estar tan cerca de él mientras estuviera despierto. Era solamente cuando estaba dormido que el joven mostraba su afecto. E incluso ahora, John se preguntaba si el hombre más joven sentía lo mismo que él, o si solamente era su lado omega reaccionando hacia el lado alfa de John. Realmente esperaba que fuera lo primero.

Sherlock balbuceó algo. Las palabras eran demasiado arrastradas como para entenderlas, se trataba de una pesadilla. John colocó su mano sobre el brazo de Sherlock. El toque fue suficiente como para calmarlo. Su ceño fruncido se compuso y los murmullos se detuvieron.

Incluso con el doctor a su lado, el joven a veces tenía pesadillas. Había habido algunos casos en los que se había despertado gritando. Durante esas veces, le había tomado a John al menos una hora calmarlo y convencerlo de que estaba a salvo.

Por supuesto, Sherlock no era el único que tenía pesadillas. John todavía las tenía de vez en cuando. Sin embargo, desde que dormía junto a Sherlock habían disminuido. Y cuando se despertaba, bañado en sudor y casi gritando, Sherlock estaba ahí. Le miraba con ojos de saber. Luego le daba un vaso con agua y le daba un poco de espacio.

John no solo estaba ayudando a Sherlock, Sherlock estaba ayudando a John también.

Cuando el sol ya era suficientemente fuerte como para filtrarse a través de las cortinas, Sherlock se despertó. John pudo ver un cambio en su rostro. Tan pronto como sus ojos se abrieron se puso en guardia. Se alejó del doctor. Había algo diferente en el joven. Había algo en sus ojos, o quizás en su rostro, que John no podía entender.

Sherlock se levantó de la cama con una velocidad que John no había visto antes. Caminó a través de la habitación, balbuceando palabras para sí mismo. Parecía molesto.

John frunció el ceño y se levantó de la cama también. Se puso sus zapatos y su suéter, siguiendo los movimientos del omega con ojos preocupados.

"¿Sherlock estás bien?" preguntó con voz ronca.

El hombre más joven no respondió. Sus movimientos se habían vuelto más alarmantes. Se movió alrededor de los libros y carpetas, golpeando algunas pilas de papeles. Todo el tiempo murmurando para sí mismo.

John aún seguía tratando de llegar hasta él.

"¡Sherlock!" dijo esta vez más fuerte.

Pero el joven simplemente continuó con lo que fuera estaba haciendo ignorando por completo al doctor. Sus murmullos se volvían más erráticos. Entonces, de pronto dejó de caminar. Sus manos se movían alrededor de su cara como si intentara atrapar moscas.

John se acercó a él y se aclaró la garganta. No hubo reacción.

"Sherlock." Dijo con firmeza mientras extendía una mano y tocaba al más joven en el hombro.

Sherlock se sobresaltó. Se quedó mirando a John con ojos grandes.

"Está bien, estás a salvo." Dijo tranquilizadoramente.

El pálido rostro se rompió por un momento. Todo el pánico y la confusión saliendo. John observó a un muy asustado joven. La mirada en los ojos azules llegando hasta sus fibras más sensibles.

Los lobos de BaskervilleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora