Capítulo 4

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Esa tarde era soleada y hacía mucho calor, tanto que Camila en vez de leer el periódico lo usaba para echarse aire a la cara, acababa de llegar y al sentarse en la banca sintió que el alma le volvió al cuerpo. Estaba demasiado acalorada y le escurrían gotitas de sudor por el rostro.

Se apresuró a limpiarlas rápidamente antes de que Lauren llegara porque no quería que la otra le viera en ese estado tan horrible.

Cuando se refresco y el poco viento que corría le golpeo en la cara dejo el periódico a un lado y se recargo hacia atrás viendo las ramas del naranjo que estaban completamente secas. A pesar de que era otoño el clima estaba bastante violento en cuanto a calores, debía ser seguro al calentamiento global.

Camila alzo el periódico y leyó el encabezado.

La maestra había sido capturada y los niños maltratados estaban recibiendo ayuda psicológica.

- ¡Camila!- el aludido volteo hacia donde había escuchado el grito de Lauren y se aterro al ver en donde se encontraba.

Justo en medio del parque donde estaba la cancha de basquetbol estaba Lauren en medio de un montón de palomas que estaban comiendo los pedazos de pan que Lauren les lanzaba.

A Camila le aterraban las palomas.

El trauma había nacido luego de que una vez, cuando era más pequeña, mientras intentaba capturar una pequeña golondrina en uno de sus mil intentos por tocarla esta alzara sus alas sus alas dejando a la vista los huesos que tenía (y Camila ignoraba tuviera) debajo de sus alas. Había sido traumático ver los huesos de una paloma de tan cerca.

Desde ese día Camila procuraba mantenerse alejado de cualquier ave.

- ¡Camila! ¡Ven rápido!- volvió a gritar Lauren con mucho entusiasmo.

Solo era porque Lauren le caía bien si no, ni en sus más desenfrenados sueños que se atrevía a ir hasta su peor pesadilla.

Con todo el miedo del mundo Camila llego hasta la cancha de basquetbol deseando que a ninguna de esas benditas palomas se les ocurriera volar sobre ella.

- ¿quieres alimentarlas?- pregunto Lauren extendiéndole un pedazo de pan, Camila estuvo a punto de decir que si pero al ver como la mayoría de las aves observaban con mucha concentración el trozo de pan se lo pensó mejor y decidió que no era buena idea.

- No, gracias.

- Anda, solo un poco.

- Está bien.

Camila le arrebato el trozo de pan a Lauren y sin siquiera molerlo como el otro estaba haciendo lo lanzo lo más lejos que pudo de donde ellos se encontraban parados provocando que todas las palomas volaran lejos hasta donde el pan había sido lanzado.

- ¿no te gustan las palomas?

- Me dan un poquito de temor- dijo Camila

- Dale gracias a Dios que ahora existen los celulares- dijo Lauren con gracia.

- ¿Por qué?

- Bueno, ya sabes que antes se usaban las palomas mensajeras para enviar notas o cartas, si eso se usara aun tu seguramente estarías incomunicada del mundo.

- Entonces agradeceré a Dios todos los días por haber inventado los celulares.

- Un día, cuando entrene a Pan, la paloma que tenemos en casa te enviare una carta con ella y demando una respuesta usando el mismo medio.

Lauren puso cara seria pero esta duro poco para dar paso a las carcajadas cuando noto la cara de terror de Camila.

- Es broma- se apresuró a decir.

- No, acepto- dijo Camila, en algún momento debía vencer sus miedos.

Y si a cambio de eso recibiría una carta de Lauren entonces estaba dispuesta a correr el riesgo.

- Me tengo que ir- dijo Lauren.

Quédate un poco más.

- Nos vemos mañana- se despidió Camila.

- ¿mañana podemos ver el amanecer juntas?

Camila asintió emocionada y Lauren le regalo una enorme sonrisa.

El proceso se repitió, Lauren se estiro y corrió hasta ir por donde estaba el camino de hojas secas y las piso con mucha fuerza, parecía que iba dando pequeños brinquitos y luego desapareció por la cancha de fútbol.

Otoño - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora