Capítulo 1

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Las hojas caducas de los árboles descienden de estos, y rozan suavemente con el suelo acolchado de su césped descolorido.

Todo pasa frente a mis ojos rápidamente, y tan rápido como el coche de mi tía avanza, va dejando los paisajes atrás. Cada vez que viajo en él, lo único que hago es mirar por la ventana. Y es que la naturaleza es fascinante, no es que sea una hippie en ascenso, es solo que me gusta admirarla.

-Ya llegamos, Charly- anunció mi tía al llegar -No puedo creer que ya sea tu último año- dijo con cierta nostalgia.

- Creeme, ni yo- le dije con cierto sarcasmo.

- ¡Ohh, vamos linda!, es tu último año y deberías de disfrutarlo, porque luego irás a la universidad, harás tu carrera, conocerás a un chico lindo...

- Ya es tarde tía- Ni siquiera me inmute en dejarla terminar -Nos vemos luego -Me bajé del coche y cerré la puerta.

- ¡Buena suerte cariño!- Me gritó mi tía para luego acelerar fuera del estacionamiento.

Tiré fuerte de mi mochila y caminé decidida hacia la escuela, para luego dirigirme a mi salón.

El aula era espaciosa y luminosa. Habían dos gigantescos ventanales del lado izquierdo, ya que del lado derecho está situada la puerta que lleva al pasillo. Las mesas de trabajo estaban organizadas en cuatro filas de cinco mesas cada una, y cada mesa para dos personas. En frente estaba situado el pizarrón, y a su lado la mesa del maestro. Habían carteles relacionados con la literatura pegados por todas partes y los estudiantes ya estaban agrupados en sus respectivos grupos.

Los intelectuales, que siempre tienen algo que decir. Los deportistas, que representan a la escuela en los eventos deportivos, siempre andan juntos y se reconocen por usar una chaqueta Varsity con el logo de "los Huskies". Los populares, que se denominan populares porque tienen el poder sobre toda la secundaria, y son envidiados por muchos. Y por último estoy yo. No pertenezco a ningún grupo social sino el mío. Soy la que se sienta al final del salón, la que no habla con nadie y a la que nadie le habla si no es para molestar, la que vive en su propio mundo y no le importa lo que los demás piensen de ella.

Al entrar, me encamine a mi respectivo lugar ignorando las miradas curiosas y tomé asiento. El maestro Jackman no tardó mucho en llegar, e iniciar con la clase de literatura.

La clase había empezado ya, y estaba tomando apuntes sobre a explicación del maestro, cuando unos golpes en la puerta lo interrumpieron. El maestro salió para ver a qué se debía esa interrupción, y el aula no tardó en transformarse en un completo caos.

Luego de unos minutos, el maestro entró al salón junto con un chico con muy buen aspecto físico, la verdad.

Carraspeó un par de veces hasta que todos al fin le prestaron atención. Entonces procedió a hablar:

-Gracias por su atención. Quiero presentarles al señor Negmann, que está aquí gracias a nuestro increíble programa de intercambio con Australia. Tratenlo como si estuviera en casa -Le brindó unos golpecitos en la espalda- Por favor tome asiento- le indicó.

El chico se movió por todo el lugar, pero luego se quedó de pie en medio de este.

- ¿Algún problema Señor Negmann?- preguntó el maestro Jackman.

- Es que no encuentro lugar - se limitó a decir.

- Hay un lugar disponible junto a la señorita Kytherman -le indicó.

Y no, no quería que se sentara junto a mi por muchas razones, y una de ellas es que siempre me siento sola y no quería cambiar eso. Simplemente no soporto a las personas.

-Me temo que mi asiento está ocupado, maestro - le dije.

-Pero ese asiento está vacío, señorita -me respondió.

- Ahh -Dudé en responderle, porque qué excusa le podría decir, ¿que ahí se sienta mi amigo imaginario? No lo creo -Pues se equivoca.

-Disculpeme señorita, pero creo que mi visión aún no ha sido afectada por mi edad, y puedo ver que no hay nadie ahí -Hizo énfasis en sus últimas palabras y respiró con cansancio.

-¡Claro que sí! Es emm, el lugar d-de mi mochila -Tomé mi mochila que se encontraba a mi lado y rápidamente la coloqué en la silla vacía.

-¡Basta de tonterías! - contestó con cierto cansancio en su voz. -Por favor tome asiento señor Negmann -le indicó al chico que se encontraba de pie aún, y obedeció al maestro.

Lo que haré será ignorarlo, no tengo que saber nada de él, y él no tiene que saber nada de mí.

Tomó asiento a mi lado y me entregó mi mochila. Casi de inmediato, todos volvimos a retomar la clase.

-Que aburrido, ¿no crees? -Quiso sacarme conversación, pero no dije una palabra, ni levanté mi mirada de mi libreta en la que estaba tomando apuntes -¿Cómo te llamas?- me preguntó, pero igual no le respondí -Oye -tocó mi hombro intentando llamar mi atención.

-No necesitas saberlo -le respondí aún sin levantar la mirada de mi libreta.

-¿Cómo te llamaré entonces? -me preguntó con cierta confusión.

-No lo hagas -le respondí.

-¿Entonces cómo seremos amigos?

-¿Quién dijo que quería ser tu amiga? -Por primera vez en toda nuestra conversación, levanté la mirada de mi libreta y me topé con sus ojos, sus ojos verdes grisáceos.

-Todos quieren ser mis amigos -me contestó con autosuficiencia, y esa fue la gota que derramó el vaso, pero no cualquier vaso, mi vaso.

-Pero yo soy la excepción -le dije.

-Como digas Kyth -Se giró por sus libros.

- ¿Disculpa?

-Así te llamaré de ahora en adelante -hizo una pausa -Por tu apellido "Kytherman" "Kyth" -Giré mis ojos hacia arriba.

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