Capítulo 2: Avergonzados

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¿Querían un capítulo narrado por Adam? ¡Bling! ¡Sueño realizado!

Bella puede ser inmadura... Incluso demasiado para ser verdad. Y tal vez es lo que trato de conservar.

Conservar su inocencia se convirtió vital desde que el avión aterrizó, y aunque muchas veces mis impulsos me querían traicionar, sé muy claramente que debo parar (o al menos finjo saberlo).

Bella es la persona más importante en mi vida, y sé que no quiero perderla. Porque entonces estaría solo... Y ese es mi peor miedo.

—¡Vamos, elige! ¿Rojo o negro? —me preguntó Bella sosteniendo un vestido en cada mano. Demasiado reveladores...

—Hace frío, lleva algo más abrigado —contesté regresando la vista a mi libro, aunque no estuviera leyendo. En realidad, no suelo leer estando en compañía, suele ser molesto. Miré de reojo a Bella, pues se había callado. El vestido rojo sin duda se le vería demasiado bien... Demasiado—. Algo abrigado —repetí.

—¿Qué? ¡Estamos a veinticinco grados! ¡No hace frío ni viento! Eh, puedo ponerme una chaqueta o...

—Bella...

—No debí preguntarte. ¡Solo quiero verme linda! Eso es todo —murmuró perdiendo su ánimo. Y yo tengo la culpa, qué horror.

—El rojo —solté cuando estaba por guardar ambos vestidos. La cara de bella se iluminó por completo y no pude evitar sonreír un poco. Antes de que me viera sonreír, cubrí mi cara alzando más el libro.

—¿De verdad? ¡Entonces me lo pondré!

—Deberías tener más confianza en ti misma —dejé el libro a un lado y me acerqué a ella—. Porque sin importar lo horrible que eres, te ves bien —reí. Bella gruñó apartándose.

—Qué romántico.

—Eres hermosa —afirmé besando su frente. Mi comentario trajo devuelta su sonrisa.

La miré a los ojos y mi corazón empezó a palpitar demasiado rápido, tanto que me dolía la cabeza.

Ah, maldita sea. ¿Qué me pasa? Nunca había sentido la necesidad de estar cerca de nadie, supongo que por razones obvias. ¿Saben mi historia? Un niño que solía pasar todo el tiempo encerrado, pues su familia lo quería mantener en secreto. Sus padres eran felices hasta que una niña llegó y rompió su hogar. Esa niña lo hizo odiar su vida... Y aunque ahora aquella chica era lo más cercano a una familia, no podía evitar sentir dolor al verla. Y después de todo, ella también había sufrido, incluso más que el niño.

Ningún contacto me había hecho falta en toda mi vida... Hasta ahora.

Involuntariamente (o no) la acerqué a mí y la besé. Bella me correspondió y en ese preciso momento perdí la cordura. Aún más cuando el beso se profundizó, ahí me di cuenta de que si no me detenía podría cometer un error, pero me dejé llevar más, mucho más.

No logré reaccionar sobre el estado en el que estábamos, hasta que choqué con la cama.

Me separé rápido de ella y recogí el vestido rojo que en algún momento ella soltó. Entonces reparé en que su camisa estaba entre abierta. Grotescamente le di su vestido y entré en el baño para darme una ducha fría.

Bella se tiró a mi lado en la cama y encendió la televisión sin decir palabra alguna desde hace horas.

—¿Estás bien? —le pregunté apartando la vista de mi teléfono. Bella ni se inmutó y continuó pasando los canales—. Bella...

—Debería preguntarte lo mismo —soltó apagando el televisor y dándome la espalda.

BELLA & ADAM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora