Capítulo 1: Plan A, B, C y... Z

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—Casados. Estamos casados. Casados, casados, casados, casado, ca...

—Bella ya basta.

—¿Suena tan raro? Adam y yo estamos casados. ¡Aw que lindo, que lindo! —chillé—. ¿Suena lindo?

—No. ¿Ya vas a callarte?

—Qué malo —resoplé.

Estábamos a nada de aterrizar, y Adam aún tenía sueño. Realmente es algo inexplicable, él solía ser de esa clase de chicos que podía no dormir y aún así estaba bien. Supongo que ahora ya no es así. Pero... ¿Por qué?

—¿Desde cuando duermes tanto? —susurré en su oído.

—Desde que descubrí que era la única forma de evitarte.

—¡Oye! —golpeé su hombro. Adam se incorporó en su asiento y me miró.

—¿Qué? ¿Qué quieres? Si tienes muchas ganas de hablar, ve y habla con otro pasajero, o una azafata, o habla contigo; pero déjame de una buena vez.

—Oh qué rudo —murmuró una viejita a mi lado. Suspiré y me recosté en mi asiento.

—Hola Bella, ¿cómo estás? —comencé. Escuché a Adam reír un poco y sonreí—. Pues bien, me acabo de casar y...

—Oh vamos —Adam me abrazó y besó mi cuello—. Si sigues hablando sola terminarás en un psiquiátrico, doctora —susurró en mi oído.

—Doctora en proceso —le corregí—. Señor francés —agregué.

—Mhm —murmuró acomodándose en mi hombro para dormir.

—¿Aún tienes sueño?

—Sí.

—¡Pero si has dormido en ambos vuelos!

—¿Y eso qué? Podría dormir un día entero y aún tendría sueño.

Adam se encontraba tumbado boca abajo en la cama del hotel, tratando de dormir de nuevo.

—¿Ahora sufres de narcolepsia?

—Ah, la doctora en proceso ya aprendió algo —se burló.

—Fue por los capítulos de Los Simpsons —murmuré. Adam rió y negó divertido—. ¡Pero! Tras ver ese capítulo recordé que habíamos visto eso en clases y, ahora recuerdo que es —admití orgullosa.

—Qué bueno.

—Anda, es medio día aquí, hay que salir —me recosté sobre su espalda y él se quejó—. Anda —murmuré en su odio. Adam negó—. Anda, viejo cascarrabias. Hay que ir a dar un paseo. Eh, este es como nuestro primer día de casados —sonreí incorporándome, así quedando sentada sobre su espalda.

—Llevamos siete meses casados, no es en lo más mínimo como nuestro primer día de casados.

—Estuviste seis meses fuera de Francia —le recordé.

—Pero ya estábamos casados... —insistió. Suspiré y me tiré a su lado.

—¿Entonces nos vamos a quedar encerrados aquí? ¿Toda la semana? No sé tú pero por lo menos quiero ir a ese día en Disney que me prometiste.

—Mhm.

—¡Adam! ¡Sólo vamos a caminar un rato! —chillé. Giró su cara con una sonrisa y se puso de pie.

—Ya, ya. Está bien, vamos.

—¡Solo deja que me cambie! —le sonreí. Él asintió y tomó su libro para empezar a leer.

BELLA & ADAM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora