....

91 2 0
                                    

Cuando uno se marcha,
se da cuenta de que hogar no es de donde vienes
ni a donde vas.
Llevamos la casa a cuestas,
y a veces son tan empinadas y estrechas
que la abandonamos a mitad de camino.

Por eso,
cuando nos perdemos a nosotros mismos
cuesta tanto sentirse a salvo.

Cuando uno se marcha
y vuelve al tiempo,
lo hace con otro color de ojos,
con un peso diferente en las manos,
con un sabor distinto en la espalda,
con un corazón que late en emigrante.

Cuando uno se marcha
y regresa,
se encuentra con un lugar maquillado y extraño,
una ciudad puesta en gala para otros,
como esa chica a la que rechazamos
y se vuelve, de repente,
un ser precioso y no apto para nosotros.

La relación entre un emigrante voluntario
y su ciudad de origen
es como la de una pareja que creció junta
y quiso amarse toda la vida para abandonarse después:
los residuos de un amor que se presentaba eterno
y de una ruptura que se declaró inevitable.

ElviraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora