Capítulo 7.

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Todos regresaron su mirada a mí, incluido Kyle.

—Por favor no lo hagas—logré decir con el poco aire que quedaba en mis pulmones.

—¿Qué te pasa, Effie?—Brook giró mi cara en dirección a ella y comenzó a inspeccionarla.—Estás pálida, parece que te vas a...

Sus palabras quedaron el aire, porque no logré quedar despierta lo suficiente para llegar a escuchar la oración completa.

Todo se volvió negro de un segundo para otro.

•~•~•~•~•~•

—¡Acelera, Felix!—escuché que gritaban a todo pulmón.

Abrí mis ojos lentamente hasta que mi vista se aclaró y pude divisar a Brook y a Kyle a mi lado.

—Hey, hey—Kyle me miró dando golpes en el hombro a Brook.—¡Está despertando! Mírala, mírala.

Mi mejor amiga dirigió su mirada a mi dirección y soltó un suspiro de alivio.

—¿Qué pasó, Effie? ¿Estás enferma o algo? Te desmayaste de la nada—me interrogó y yo apenas podía emitir un sonido.

Negué con la cabeza y me acomodé en mi asiento.

—¿A dónde vamos?—pregunté en un susurro.

—Al hospital, tienes que chequearte y ver que te pasó—me contestó pasándome un brazo por mi cuello.

—No, estoy bien—me incliné hacia Felix haciendo que me mire de reojo.—En serio, solo quiero ir a casa.

—Aunque no te aprecie ni un poquito yo también creo que tienes que ir, bicho rubio—comentó Kyle sin mirarme, sus ojos daban directo a la ventana.

—No, solo me asusté—les intenté convencer.—En serio.

«Claro, ¿cómo no ibas a estar asustada? Si te estaban llevando a tu propia tumba», dijo una voz en mi cabeza.

Un momento, eso yo no lo pensé. ¿Quién ha dicho eso?

Fruncí el ceño y me toqué la cabeza con confusión.

«No, no te has vuelto loca. Al fin me escuchas, llevaba hablándote por semanas y no lograba que me escuches», escuché que me decía una vez más.

¿Qué está pasando? ¿Acaso Dios se ha metido en mi mente?

«No, Faith, no soy Dios. Soy... soy Effie, o bueno... lo que queda de ella»

¡Mieeeeeeeerda! Que me peguen un tiro en la cabeza, ¡porque esto es totalmente imposible!

—¿Ahora que te pasa?—me preguntó Kimi desde el asiento del copiloto dándome una mirada cautelosa.

—Na-nada—tartamudeé sonriendo fingidamente. —Solo recordé que dejé al gato en la estufa, digo en...—medité mi respuesta poniéndome nerviosa.—D-dejé la sartén prendida con el gato en la cocina.

—¿Gato?—Kyle alzó una ceja sin creerme.—¿No dijiste que tenías un perro?

«¿Tú si que no eres muy lista, verdad?»

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