Mis frases, de libros, favoritas.

Los puentes de Madison (Robert James Waller).

Los puentes de Madison (Robert James Waller).

"Hay canciones que llegan libres, desde el pasto salpicado de flores azules, desde el polvo de mil caminos rurales. Ésta es una de ellas."

"Sin embargo, en un mundo donde el compromiso personal en todas sus formas parece irse haciendo pedazos y el amor se ha vuelto un asunto de conveniencia, los dos sentían que este relato extraordinario valía la pena contarse."

"Preparar y escribir este libro ha modificado mi visión del mundo, transformado mi modo de pensar y, más que todo, reducido mi nivel de cinismo sobre lo que es posible en el terreno de las relaciones humanas."

"Pero no será fácil. En un mundo cada vez más cruel, todos vivimos con nuestras corazas de sensibilidades endurecidas. Dónde termina la gran pasión y comienza la sensiblería, no lo sé con certeza. Pero nuestra tendencia a burlarnos de la posibilidad de lo primero y a calificar de sensibleros los sentimientos genuinos y profundos, dificulta el acceso al reino de la delicadeza, circunstancia necesaria para comprender la historia de Francesca Johnson y Robert Kinkaid."

"Me asustas, a pesar de que eres gentil conmigo. Si no luchara por controlarme cuando estoy contigo, creo que podría perder mi centro y no recuperarlo nunca."

"Le gustaban las palabras y las imágenes. "Azul" era una de sus palabras preferidas. Le gustaba la sensación que le producía en los labios y en la lengua cuando la decía. "Las palabras tienen una sensación física, no sólo significado" recordaba que pensaba cuando era joven."

"Uno es lo que produce."

"Eran buenos amigos, aunque nunca entenderían lo que había dentro de Francesca, no entenderían ni aunque ella se los dijera."

"Me siento aquí repasando las zonas grises de mi mente en busca de cada detalle, de cada momento, del tiempo que pasamos juntos. Me pregunto una y otra vez: "¿Qué me sucedió en Madison County, Iowa?". Y me esfuerzo por armarlo. Es por eso que escribí la pequeña composición "Cayendo desde la Dimensión Z", que te adjunto, como un intento de aclarar la confusión.

Miro por una lente, y estás tú en el otro extremo. Comienzo a trabajar en un reportaje, y estoy escribiendo sobre ti. Ni siquiera estoy seguro de cómo volví aquí desde Iowa. De algún modo la vieja camioneta me trajo a casa, pero apenas recuerdo los kilómetros que dejaba atrás.

Hace unas semanas, me sentía independiente, razonablemente satisfecho. Tal vez no profundamente feliz, tal vez un poco solo, pero al menos satisfecho. Todo eso ha cambiado.

Ahora tengo claro que he estado avanzando hacia ti y tú hacía mí durante un largo tiempo. Aunque ninguno de nosotros tuviera conciencia del otro antes de conocernos, había una suerte de certeza no racional que canturreaba alegre por debajo de nuestra ignorancia y aseguraba que nos reuniéramos. Como dos pájaros solitarios que sobrevuelan las grandes praderas mediante cálculos celestiales, en todos estos años y momentos de nuestras vidas hemos estado avanzando uno hacia el otro.

El camino es un lugar extraño. Mientras lo recorría, arrastrando los pies, alcé la vista y ahí estabas tú, caminando por el pasto hacía mi camioneta un día de agosto. En restrospectiva, parece inevitable -no podría haber sido de ningún otro modo-, un caso de lo que yo llamo la alta probabilidad de lo improbable.