Ella
Faustina había sido la primera en llegar, al mismo tiempo en que mi madre llegaba a casa también, luego de esa extraña reunión de negocios que había surgido a última hora. Me encontraron en pleno desastre, mientras intentaba bajar desde el primer piso de la casa hasta la planta baja, con ayuda de Francisco, los colchones que utilizaríamos en la noche. A los pocos minutos también llegó Renata y, las tres, cerramos las puertas que comunicaban la cocina y el recibidor con la sala de estar, colocamos los colchones en el suelo, frazadas y almohadas, listas para pasar allí la noche.
Faustina había llevado revistas y palomitas de maíz, Renata había llevado unas cuántas películas y yo había sacado de mi habitación todos los barnices para uñas. Teníamos armado nuestro propio espacio en la casa, preparadas para no aburrirnos en toda la noche y, vaya que sería una larga noche.
-¿Qué quieren cenar?
-Pizzas- dijeron al unísono.
-Genial, porque es lo único que hay- dejé a Emma sentada en uno de los colchones, junto a Renata, que jugaba con ella y la hacía reír, y caminé hasta la puerta de la cocina -. En seguida regreso.
-Oye- Faustina me llamó la atención -, dile a Andrés que ya puede venir. Es que quiero darle un beso de buenas noches.
-¡Pervertida!- todas estallamos en carcajadas y continué con mi camino.
En la sala de estar había música sonando y mis amigas hablaban enérgicamente sobre distintos temas, por lo que, cuando abrí la puerta de la cocina, no me esperaba encontrarme a mi madre y Andrés discutiendo como lo hacían.
-¿¡No consideras que eso ya es demasiado¡? ¡Deja de entrometerte, ya es sufi...!- Andrés le gritaba a mi madre, caminando por toda la habitación, mientras ella simplemente se encontraba sentada en un taburete junto a la encimera, observando hacia un punto fijo sin decir nada; en cuanto Andrés notó mi presencia allí, guardó silencio y relajó su semblante, o por lo menos lo intentó -. Cami, ya estará lista la cena para ti y...tus amigas.
-¿Quieren algo de beber?- preguntó mi madre, fingiendo que nada ocurría, pero el aire allí podía cortarse con un papel.
-No, gracias, ya tenemos.
-Luego de cenar tráeme a Emma- se puso de pie y sacó del horno una enorme fuente humeante de pizza y luego se volteó hacia mí, con una sonrisa en su rostro; pero conocía a mi madre, a través de sus ojos veía algo de preocupación ¿o era enfado? -. Voy a llevarla arriba y la haré dormir yo, para que disfrutes de la pijamada con tus amigas.
-De acuerdo, gracias- no es que mi madre no me ayudara, en absoluto, pero es que nunca me lo ponía tan fácil. En otro momento de seguro me habría reprochado el hecho de haber organizado una pijamada en pleno día de semana y, luego de una gran discusión, finalmente habría accedido a ayudarme con Emma.
-Aquí tienes- me entregó Andrés dos enormes platos con comida suficiente para mis amigas y yo -. Cualquier cosa llámanos. Ah y, mañana por la mañana, yo las llevaré al colegio.
-Sólo no se queden despiertas hasta muy tarde ¿bien?- agregó mi madre, con tono de voz demasiado pacífico para ser que hasta hacía un minuto su novio estaba gritándole vaya a saber uno por qué razón.
Asentí y volví a la sala de estar, donde mis amigas reían a carcajadas junto a Emma, que ya parecía una más. Dejé los platos sobre la pequeña mesa y nos sentamos en el suelo, alrededor de ella, donde comenzamos a cenar.
-Lucas cumple años este viernes- comentó Renata dejando su teléfono celular sobre la mesa para tomar una humeante porción de pizza -. Quiero organizarle una fiesta sorpresa en el bar ¿creen que le gustará?
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Amor Verdadero
RandomCamila pensó que las heridas del pasado y todo lo vivido con un viejo amor sólo quedaría allí: en el pasado. Pero una serie de sucesos, encuentros y desencuentros le enseñan que las segundas oportunidades sí existen y la vida da mil vueltas a tal pu...