Nicolás.
Me dormí media hora y alisté todo para irme al aeropuerto, mi jefe accedió que trabajará en casa hace dos semanas, tardó un poco en que mi mamá aceptara pero a fin de cuentas supo que era lo mejor para mí, me iré con la familia Castillo, una temporada, espero que todo se aclare allá. Ésta decisión no fue nada fácil para mí, me esforcé por ganarme la confianza de mi jefe trabajando más de lo que debía, permanecía horas mirando el computador y solucionando problemas financieros, mi mamá cuando escuchó mi idea se negó rotundamente, también tuve que ganarme su confianza y fue mucho más difícil de lo que pensé.
Ahora que me voy he decidido crear nuevos recuerdos, no me quedaré solo trabajando, ocupando estadía y espacio, eso es destestable, saldré y me divertiré.
Estaba a unos pocos minutos de llegar a mi nuevo hogar, Adriana a comparación con mi madre aceptó de inmediato, no le tuve que pedir dos veces y eso fue estupendo para mí, lo que realmente fue complicado era que tenía que suplicar para que ésto lo guardara en secreto de sus hijos y no llegaran a enterarse, quería que fuera una sorpresa pero la recibí yo cuando vi a Ana con un chico, Adrián dormido y Valeria desaparecida de su casa.
- ¡Nicolás! —Adriana me abrazó con mucho cariño, como siempre lo hacía.
- ¡Hola! —Ana también lo hizo.
- Que gusto volverlos a ver —saludé a todos.
- ¿Quieres que te ayude en algo? —Ana se ofreció.
- No te preocupes —coguí otra vez mis maletas y subí al cuarto de visitas.
- Está bien, no lo haré —me sonrió y se sentó de nuevo.
- Hijito, Valeria se fue a una fiesta, va a venir más tarde —me sorprendí.
Abrí la puerta del cuarto de huéspedes y tiré todo, luego me acosté en la cama boca abajo, pensaba ver a Valeria y hablar de lo mucho que nos perdimos de la vida del otro pero por desgracia eso tendrá que esperar, quisiera hablar también con Ana pero lo veo imposible.
Bajé a tomar algo de la nevera, tenía mucha hambre, el viaje fue pesado y agotador, no pude dormir ni cinco minutos seguidos, la persona que estaba a mi lado no paraba de roncar.
- Hola —se me hacía extraño que ese chico me hablara.
- ¿Qué tal? —lo dije muy rápido y un tanto tosco.
- Por fin te conozco, no paraban de hablar de ti —me serví un vaso de agua.
- ¿Tú eres? —ese tío sabe mi nombre y yo no el suyo.
- Me llamo Josué —extendió su mano, tardé un poco en reaccionar y hacer lo mismo—. Mucho gusto.
- Igual.
Él era Josué y está aquí hablando conmigo. No me lo creo, de verdad que no me lo creo.
Ana se acercó a nosotros y cortó la tensión llevándolo de vuelta a la sala, dejó su celular en la mesa y éste vibró cuando me acabé de servir la comida.
Contesté porque vi su nombre y estaba demasiado ocupada conversando para contestar, tal vez era algo importante.
- ¿Vale? —escuchaba música a un alto volumen.
- ¿Nicolás? ¡¿Qué carajos haces con el celular de mi hermana?! —estaba muy borracha, lo notaba por su dificultad de llevar las palabras con claridad.Salí de la casa con las llaves del carro de Adriana, tuve que inventarme una excusa y era que tenía que regresarme al aeropuerto porque me olvidé unos papeles muy importantes, ella se ofreció en acompañarme pero la convencí de que no lo hiciera, me sorprendió que haya accedido tan pronto y sin preguntas, debe ser por Josué y su visita. Me metí al carro y lo encendí, quería ir donde ella, pero no conocía este país tan bien, esa fue una de las grandes trabas. Luego me percaté que hice esperar a Valeria en la línea, conversé con ella y mientras lo hacía conducía sin rumbo.
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Dos destinos. Una Ilusión
Teen Fiction¿Sientes eso? Así es, la idea que está en tu mente se vuelve realidad, esa idea tan perturbadora y tétrica que estuvo causando infinidades de pesadillas, la estás viendo ahora. ¿Qué vas hacer?... ¿Qué vas a ser? ¿En qué te convertirás?.