1. Flor Roja

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Existe alguien que marca tu vida, alguien que va experimentado momentos inolvidables contigo y es justo por eso que no dudarías en darlo todo, aún, sabiendo que tal vez no recibirás el mismo trato.

Prendí mi celular al terminar las clases y no recibí algún mensaje o llamada, sabía que no debía decirlo, que debía mantenerme firme ante mi decisión, ya que tal vez, más adelante, nos hubiera ido bien a los dos. Sentí que Nicolás se decepcionó de todo este drama, y lo comprendo perfectamente, no es justo que una persona exprese que ya no quiere saber nada de ti, y luego, al instante te diga que cambió de parecer. Bueno... No al instante, pasaron 5 meses desde que decidí lo que decidí pero da igual, sigue siendo algo injusto.

N

ecesito salir de aquí, de estas cuatro paredes, olvidarlo todo y aparentar que estoy siguiendo adelante.

Me cambie de ropa y me escapé por la ventana, la adrenalina no me hizo retroceder y continúe con mi idea; que consistía solamente en caminar y reflexionar. No podía pedir permiso a mi mamá por que era de tarde e iba a anochecer, los peligros en su mente eran inmensos, así que preferí evadirlos.

El silencio y los recuerdos pararon por una llamada, mi corazón anhelaba que fuera él, pero no era lo que supuse.

- Dime -se lo dije a Natalia.
- Vale, necesito que me digas la respuesta de la segunda pregunta.

Me había olvidado por completo.

- Puedo ir a tu casa para explicártelo -esperaba que me diga que si.
- ¿Enserio lo harías? Que grande eres.
- Llegó en 10.

Colgué, y me fui directo a su casa.

Necesitaba desahogarme con Nat, hace mucho tiempo que no lo hacía, he estado guardando mis emociones por mucho tiempo, y sé que de poco a poco se crea una montaña inmensa. Luego de cruzar algunas calles transitadas y más o menos seguras, me percaté que el último rayo de luz se iba a ir en pocos instantes, lo que no era bueno porque tenía que apurarme si quería pasar ese callejón de mala fama con vida. En carro se veía un trayecto mínimo pero ahora que me doy cuenta les otorgo a mi madre la razón. Aceleré mis pasos cuando me percaté del hombre que estaba al otro lado de la calle, traté de no llamar mucho su atención pero ese hombre estaba solo y yo también, no tenía una apariencia prudente, menos buena. Rogué que no me viera, y agradecí cuando se desvió en otra dirección ajena a la mía, quizá estaba volado puesto que su andar era insostenible, iba de un lado a otro, parecía que caminaba con cadenas y su vista se dirigía en una sola dirección, al frente.

Me fui corriendo de ese lugar, y llegué a la casa de Natalia, estaba agitada y convencida de que nunca más caminaré cuando no haya luz y personas. Esperé a que me calmara y después toqué el timbre, abrió su madre.

- Buenas noches -aparenté tranquilidad.

- Hola mijita, pasa, pasa, no te vayas a resfriar.

La madre de Natalia era muy agradable y cariñosa. Yo la consideraba como parte de la familia y sé que ellas conmigo igual.

- ¿Tus padres saben que estás aquí? -tenía que elegir entre dos opciones no tan buenas, decirle la verdad o mentirle.

- Claro, ellos me dejaron aquí -si consideraba los resultados de decirle la verdad se volvería en un contra gigante. Aparecería muchos problemas y castigos.

- ¡Natalia! Valeria está en la sala -luego de hacerme entrar, cerró la puerta.

Después de un minuto bajó relajada y en pijama, parecía que estaba intentando dormir.

Dos destinos. Una IlusiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora