Capitulo 2

71 3 0
                                    

Durante el largo viaje Carolina estuvo observando el libro que había comprado en la estación de Atocha, una pequeña guía turística de Tetuan, mientras lo ojeaba descubrió entre sus páginas un pequeño pueblo que le llamó la atención, Chaouen, se enamoró de él cuando comenzó a ver fotografías de él, todo el pueblo era de un color azul cielo que lo hacía especial, le transmitían paz y tranquilidad.

Comenzó a ver los hoteles en los que podía hospedarse y poco a poco fue organizando su indefinida estancia en Chaounen.

Tras 3 trenes, un ferri y dos autobuses llegó a aquel pueblo, a la estación de autobuses, era noche y apenas había personas en ella, tan solo viajeros solitarios como ella.Al bajar de autobús el olor fuerte a especias y excremento de animales le golpeó la nariz, le desagradó provocando que hiciera una mueca con la cara.

Apenas tenía fuerzas para coger las maletas que llevaba, sentía su cuerpo pesado, apenas podía levantar los pies del suelo, aquel día había sido demasiado duro para ella, la decepción al saber que una de sus mejores amigas mantenía una relación paralela con su fallecido prometido le había roto el corazón, pero que los padres de Carlos le echaran de su casa, a cambio de una cuantiosa cifra, había sido la gota que colmaba el vaso.

Se sentía tremendamente triste y sola mientras arrastraba sus bártulos por aquella estación, sentía que estaba a punto de desfallecer, cuando a la salida vio un cartel con su nombre escrito, lo sostenía un chico joven, de unos 28 años, vestía con una chilaba clara.

Soltó las maletas en el suelo y se acercó a aquel chico.

-Hola- su voz salió fue leve- soy Carolina- el chico le sonrió amablemente mientras la observaba

-Soy Amir, su chofer- Carolina le sonrió amablemente

-Podrías ayudarme...- Carolina no pudo terminar su frase, intentaba pedirle ayuda con las maletas, pero Amir se adelantó y se dirigió a por las maletas, fue colocando sobre él una a una, para evitar tener que volver a por una de ellas, Carolina hizo el amago de sujetar alguna de las maletas se lo impidió

-Señorita- su acento marroquí era fuerte- me pagan para llevar sus maletas- Amir le sonrió, parecía que le gustaba su trabajo.

Carolina subió al vehículo en que Amir colocaba las maletas, era un elegante Mercedes color negro, pensó que lo más seguro es que fuera propiedad del hotel. Cuando el coche se puso en marcha Carolina comenzó a mirar a través de la ventana, todo estaba en calma, apenas había coches circulando y la única luz que había en las calles era la que alumbraba las farolas.

-Normalmente suele haber mucho tráfico- Amir habló rompiendo el silencio- pero es demasiado tarde para que haya gente por la calle- a pesar de su fuerte acento marroquí, Amir sabía hablar perfectamente en español

-¿Qué hora es Amir?

-Son las 4 y media de la madrugada, señorita- Carolina arqueó las cejas al escuchar la hora.

A Carolina le hubiese gustado llegar de día para poder observar la peculiaridad de aquel pueblo, quería ver con sus propios ojos aquellas singulares casas azules, pero tendría que esperar al día siguiente para hacerlo.

Al llegar al hotel le recibieron con un té caliente y algunas pastas marroquíes, pero ella soló tomó la bebida caliente, estaba demasiado cansada para comer algo. Subió a su habitación, había reservado una suite, pero al llegar a ella apenas se detuvo a observarla, abrió una de las maletas en busca de un pijama, comenzó a sacar ropa cuando de repente salió de entre las prendas una fotografía que cayó al suelo boca abajo, Carolina se sentó en el suelo, cogió la fotografía y la volvió para ver de que se trataba, eran Carlos y ella, la fotografía preferida de ella en la que salían ambos, al verla sintió una gran punzada en el pecho y en la garganta, de nuevo aquel nudo.

Peligrosamente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora