Prologo

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-Era de la gran turbulencia-

En la isla del encuentro, la tierra santa que Dios dispuso para comunicarse con los elegidos de las diferentes razas por medio de sus sacerdotes y sacerdotisas, han anunciado un comunicado y todos los representantes de las diferentes naciones deben hacerse presentes en la sala del llamado...

En estado de pánico se encuentran los representantes sentados en la mesa redonda que cambia constantemente de tamaño para así dar espacio a todas las naciones, el salón del llamado es una sala en el medio del templo donde la estatua de un Dios sin forma se alza en el centro mientras que a sus lados se encuentran las diferentes representaciones de las razas donde cada uno se apropia de su forma fisca para asimilar de esa forma a Dios. Las Sacerdotisas encargadas de dar a luz los mensajes se encuentran detrás de un velo negro al fondo de las estatuas. Una campana suena haciendo eco en el lugar, el aroma a incienso llena los pulmones de todos los presentes y una luz cae del cielo alumbrando la estatua central. Una voz antinatural habla en mil lenguas al tiempo, una vez termina la luz se va y los canticos de las sacerdotisas inferiores se entremezclan con sonidos orgásmicos de hombres y mujeres que han sido tocados por él. Al final solo una habla:

Ivar roja se tornara cuando su hermana desaparezca del cielo nocturno, las estrellas dejaran de brillar y el sol no saldrá por tres días, al finalizar los niños de la tierra morirán, una nueva tierra se alzara y una raza se proclamara señora de ellas.

Las puertas se abren en silencio invitando a todos los gobernantes retirarse del lugar sagrado. Al otro lado se escuchan las burlas de los diferentes gobernantes sobre aquella profecía, como todos ellos saben y comparten los océanos del mundo fueron cartografiados hace un siglo por grandes aventureros, que hoy en día son conocidos como los héroes del mar. Pero no todos hicieron oídos sordos a la advertencia dicha en la profecía los salvajes decidieron tener cuidado con lo dicho, en su hogar. La reina les dijo: "Tened cuidado por que pronto la era de los inmortales comenzara." En silencio dejaron la isla de la unión y regresaron a su hogar preparándose para el fatídico día.

Un año después la profecía se cumplió: los océanos se alzaron sobre las ciudades costeras arrasando a los hijos de la tierra con ellos en venganza por los territorios perdidos en el sur; unas islas se alzaron sobre el océano Kriliano, donde un una raza ancestral y de gran sabiduría llegó: los Elfos. Pero estos cargados de un odio e ira terrible aniquilaron a cualquiera que se acercara por los siguientes doscientos años.

Una carta llego a los reinos del mundo de parte de las islas del sur con un simple mensaje.

Os ofrecemos un tratado de conocimiento que durara hasta que la guerra nos divida o sus jóvenes mentes lo olviden.

El mundo entero acepto pero solo unos cumplieron.

-Año 1000 La era de los Inmortales, Imperio sureño Incantur-

Escucha con atención hijo mío esta es nuestra historia, aquella que has visto innumerables veces en la puerta del trono. —Dice el anciano— En ese lugar cubierto por hiedra oculta esta la verdad. ¡No me mires así! Se lo que estas pensando hijo. En la puerta solo se narra el primer paso de nuestros ancestros a esta tierra decadente, no es ni una milésima parte de lo que fue nuestro hogar, Gaia. —Los ojos del anciano se pierden en algún punto del pasado que debiera estar olvidado— hace mil años que pisamos esta tierra expulsados de nuestro hogar por el mismo Dios, en nuestra era de decadencia y horrores nosotros los antiguos Elfs olvidamos lo que fuimos, nos entregamos a los excesos mundanos de aquellos que siempre consideramos inferiores, los humanos.

—Pero padre aquí también hay humanos —afirma el niño— solo que su nombre ahora es los Human.

—Tienes razón joven príncipe, los humanos existen en todos los universos creados por Dios pero nosotros no gozamos con ese amor.

—¿Dios nos odia? —pregunta el niño con lagrimas en los ojos.

—No joven príncipe, nosotros lo odiamos a él. Veras, cuando fuimos creados en Gaia se nos entrego una simple tarea; velar por ellos. Ya que sus mentalidades ingenuas y poco desarrolladas provocaban caos en el mundo. Y así siguiendo las órdenes de padre les educamos, les enseñamos magia, matemáticas y todo conocimiento que sus mentes lograran aceptar. —el anciano frunce el ceño— pero ellos evolucionaron con rapidez, sus mentes agiles nos engañaron y nuestro conocimiento robaron. En un intento por detenerles la guerra estallo entre nuestras dos razas, al principio nosotros al ser inferiores en número cometimos el primer pecado, procreamos con las sacerdotisas creando mestizos y con ellos la esperanza. Pero el tiempo paso y seguíamos perdiendo a nuestra gente a pesar de que controlábamos gran parte del territorio y teníamos el don de la magia nata, la guerra ya había durado más de un siglo nos estaba cobrando nuestras bajas. Desesperados entramos en la magia prohibida: la necromancia y demonología. Esta exige grandes sacrificios y así cometimos nuestro segundo pecado. Ganamos la guerra después de ciento cincuenta años derramando sangre... aquellos tiempos hijo mío yo eran aun joven.

—¿Cuántos años tenias papá?

—trescientos cincuenta —el niño abre los ojos en sorpresa mientras que su padre le regala una mira triste— Era joven como todos los antiguos, elfs eternos a los ojos de los Humanos...—aclarándose la garganta continua— me he desviado del tema, continuemos. Nuestro pueblo estaba furioso solo éramos una sombra de lo que fuimos, los nigromantes corrompieron la mente, los mestizos el cuerpo y los demonios el alma. Sedientos de nuestra propia sangre invocamos la mayor magia existente para purificar el mundo, solo los Elf pura sangre sobreviran y con ese pensamiento la magia fue lanzada pero nuestro padre intervino por única vez desde que el mundo fue mundo, cogió nuestra magia y la uso para crear un portal a este lugar, la tierra de los exiliados y fuimos expulsados a ella. Al comprender cuales fueron nuestros pecados agachamos la cabeza y esperamos nuestro castigo y con goce el de ellos. Pero solo nosotros caímos en desgracia —un aura oscura sale del cuerpo del anciano haciendo que el niño retroceda, su padre en cambio le coge el rostro y le obliga a verle— ¡Éramos sus guardianes! —Grito lleno de furia— pero ellos... ellos, esas bestias traicioneras nos hicieron cometer actos impuros con el afán de saciar su sed de conocimientos, le dijimos a nuestro padre. ¿Sabes cuál fue su respuesta hijo mío?

—No padre —dice temeroso.

—Han destruido su hogar, aquel que yo amaba tanto... destruyeron todo con tal de que sus conocimientos y poder se mantuviera con ustedes. Se negaron a cumplir su deber como se les encomendó y ahora serán ustedes los exiliados de esta tierra. —Sus ojos se llenaron de lagrimas— ¿Comprendes muchacho? Dios nos traiciono no solamente al dejarles sin castigo si no que también al dejarnos encerrados en estas pequeñas islas del sur donde la magia es inestable mientras que a los humanos les entrego el continente más grande y prospero de esta tierra maldita...

-Año 1250 La era de los inmortales. Imperio Inweder-

En la torre más alta del castillo se encuentra el emperador Inweder I observando el conjunto de islas que le fueron heredadas al morir su padre doscientos años atrás y hoy él ya retoza con largo cabello blanco y arrugas en su piel. Así como dijo su padre estas tierras están malditas por ser tierra de exiliados ¿Quién sabe cuántas especies murieron aquí? Pero él sabe que su padre y todos los ancianos son los que están malditos por el recuerdo de una tierra mítica que en la nueva generación no se extraña. Pronto el ultimo morirá ahogado por su ira hacia Dios tal vez lo encuentre en la otra vida y se den todos a los golpes. Con esto en mente regresa a sus aposentos a recibir la noche.

Tau Ceti-e, El continente Rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora