El Incio

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-Año 1517. Imperio Inweder-

Aspiro profundamente para que en mi mente se arraiguen las fragancias de la selva, la humedad, los frutos dulces y las orquídeas —El aroma de mi hogar—. Deseando que este recuerdo, esta fragancia se quede conmigo hasta mi muerte por que hoy dejo este lugar tal vez, para siempre. Los pasos afanados de los sirvientes que han estado conmigo toda mi vida se apuran en asistirme una última vez, el ruido que hace el cepillo al peinar mi cabello rojo al igual que el rubí, el traqueteo de los cosméticos al ser dejado sin cuidado en el tocador, los llantos ahogados de las chicas hacen que mi corazón se fragmente y caiga al vacio al que iré ahora.

—Mi princesa —susurra Cala a mi lado— tenemos un regalo para usted —sus manos ásperas por el arduo trabajo se posan en las mías dejándome tantear aquel regalo inesperado —Un arma para su uso —deslizando mis dedos por el objeto descubro que es un dije para el cabello donde flores se entrelazan en una estaca. Mis labios se mueven para hablar pero ella me lo impide— shhh, calla mi niña y escucha con atención; en la flor de la luna se esconde una espina cargada de veneno, matará al instante pero solo lo puedes hacer una vez. Sé ha donde te han enviado, no es un lugar afable con los nuestros y no dudaran en hacerte daño. Úsalo... —no pudo continuar, su voz se entrecorto hasta caer un llanto profundo ¿No has sufrido ya lo suficiente Cala? Aquella pregunta me taladra la lengua. Y aunque deseo abrazarla como nada más en el mundo en este momento no lo hago. Las paredes tienen ojos. Solo será un castigo más e innecesario.

—No te preocupes por mí, estaré bien. Ellos honran el tratado como a sus dioses —aunque mi voz sale firme mi alma esta temblando. No dudare en usar la espina para darle fin a mi vida si es necesario. Los pasos de los sirvientes se detienen con brusquedad. Ya lo había sentido y mucho antes le había oído. Sus pasos de plomo han creado un eco profundo en mi memoria al igual que su aroma a cedro, sangre y tierra. Mi maestro y tutor abre la puerta sin importarle que esta sea mi habitación.

—Maestro Hukkul —le saludo mas no me inclino ante él, ya no. —Al entrar a mis aposentos de esta forma se debe a una buena razón ¿no es así? —digo ahogada en mi propio orgullo acrecentado por el odio que siento hacia él.

—¡Afuera todo el mundo! —Gruñe y en un santiamén se desvanecen todos de la habitación— Eres tan hermosa que es casi un desperdicio enviarte a esa tierra de salvajes por eso he venido a ti con una propuesta.

—¿Existe alguna propuesta en este mundo que mi padre, el rey acepte?

—La hay. Solo tienes que desposarte con mi hijo Kalos y serás libre de aquel pacto que te obliga a irte.

—Maestro Hukkul, entre desposarme con su hijo Kalos y con Alguno de los príncipes de los salvajes, escojo a los salvajes. —Mis bellos se erizan al sentir su ira— Ellos aun honran su palabra —Un latigazo de energía pura roza mis labios haciéndolos sangrar—. Un golpe certero como siempre, maestro. —siento su mirada perforándome, midiendo a un oponente que hace dos años dejo de luchar abiertamente.

—Un desperdicio —dice al fin— Vamos, te llevare ante el consejo y a tus padres. Los reyes de Inweder.

Una tregua silenciosa se formo entre nosotros como siempre lo hace desde que cumplí los quince años. Nuestros pasos resuenan en los pasillos de granito del castillo, los susurros en este lugar son tan claros como secretos contados a voz viva en la plaza para mí. No existe secreto que estas paredes no me hayan contado, mi oído es tan fino como el de una lechuza gracias a las prácticas a las que me sometí durante dos largos años, incluso mi tacto y olfato están a un nivel muy superior. Es increíble lo que puede hacer la ceguera a un Elfo y más si esta fue un regalo de tu amado padre. La música y el baile ya han comenzado, el suelo vibra en respuesta a sus movimientos. Mi corazón comienza a latir con demasiada fuerza en mi pecho, siento cada pulsación en las venas y el deseo de salir corriendo perfora mi determinación al igual que la espada al papel. —respira, cálmate ya te has preparado para esto— me digo constantemente —¡Regula tu respiración! Recuerda el entrenamiento—me grito. Disminuyo el paso, poco a poco ignorando los susurros de las paredes, dejando que los ojos de todos los que ven, vean a una princesa temerosa como ellos desean ver. Les doy gusto una última vez, pero no a ellos, no a mis padres. Me obligo a calmarme al frente de la gran puerta.

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⏰ Última actualización: Mar 09, 2021 ⏰

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