Capítulo 2:
La primera vez que Andrés vio a Natalia fue para la ceremonia de bienvenida a la universidad, en la cual mientras la mayoría de los que estaban ahí se veían demasiado entusiasmados o cohibidos por lo que les esperaba allí, Nat se veía segura de sí misma y sonreía a todos como si ése ya fuera su lugar. Y tal vez de alguna forma lo era, porque si tenías la capacidad de actuar como ella lo hacía sin parecer incómodo ni dudar en ningún momento, haciendo parecer que sabes el sentido de cada uno de tus pasos, es que el lugar ya es tuyo.
Esa misma primera vez se dio cuenta de que no era el único mirándola, a decir verdad, ella llamaba la atención y no por ser la más guapa ni por asomo, sino que porque ella realmente creía eso. Llevaba el cabello recogido en un moño casual, maquillaje liviano, una camiseta ceñida sobre unos shorts de jeans, y una sonrisa de autosuficiencia. Sobre todo una sonrisa de autosuficiencia.
Desde ese momento supo que ella jamás de los jamases se fijaría en él. Y él tampoco se fijaría en ella; eran demasiado diferentes. Su creencia de esto había ido acrecentándose estos dos años de universidad, hasta que la había visto entrar en su clase, a la que había ingresado sin esa seguridad de siempre y sonriéndole a todo el mundo, algo cohibida. Eso le gustó, se había sentido como algo sumamente personal, como si ambos compartieran un secreto, que a él lo hacía seguro y a ella sonrojar.
Así, esta vez fue él quien no tuvo miedo de acercarse a hablarle, incluso en la universidad. Ellos tenían un vínculo, se estaba convenciendo de ello.
—Hola, ¿No van a entrar a macroeconomía? – preguntó casualmente, dejando los titubeos que hubiera tenido en el pasado de lado.
—Por supuesto que sí Andrés, ya nos estábamos moviendo ¿Verdad Sofi?
—Sí, estaba empezando a hacer frío por aquí— comentó tranquilamente, Nat puso los ojos en blanco y Andrés la observó extrañado. Hacía frío, él estaba con abrigo y bufanda, Natalia también, pero Sofía…
—¿Problemas con la lavadora?
—Nah, que va, simplemente está poniendo a prueba su temple –habló en lugar de la castaña, Nat. Como si eso fuera más creíble que lo de la lavadora, pensó Sofía mirando de reojo a su amiga, habían veces en que se preguntaba qué diablos pasaba por la mente de ella; otras ciertamente prefería no saberlo.
—Entiendo.
No entendía nada, pero ambas hacían cosas de este tipo de vez en cuando, y por otro lado, lo único problemático más allá de que podría enfermar era que se le marcaban los pezones, y le costaba desviar la vista de sus pechos. ¡Él no quería! Pero ahí estaba ella, desabrigada, preciosa, y con sus pezones erguidos… como en el capítulo de su libro. Si lo pensaba, ella se parecía bastante a su protagonista.
—¡Adelántense! Yo tengo que ir a buscar unos libros, lo acabo de recordar… — dijo Sofia alejándose de su amiga luego de guiñarle un ojo. Nat suspiró, estaba segura que Andrés había visto eso, aunque con lo inocente que era con estas cosas seguro que no entendería nada.
—Entonces movámonos ¿Vale?
—Seguro, por cierto… estuve escribiendo – aguardó un segundo antes de continuar, la verdad es que esto lo avergonzaba un poco —. Si quieres leerlo podría pasártelo… ¡¡No te sientas obligada!! –habló más alto al darse cuenta de que podía parecer extraña su petición—.Pero me gustaría.
—¡Y a mí!
—¿¿También estuviste escribiendo??— Era tan idiota, pero tan malditamente guapo. Nat decidió que tendría paciencia con él, obviamente hablaba de que quería leerlo a él, pero él al parecer estaba ansioso por leerla; eso también lo entendía, era una mujer que podía llegar a generar grandes expectativas.
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Más allá de las palabras
RomanceNatalia tenía un problema: cuando se obsesionaba con algo lo hacía de verdad. Aunque esto antes de conocer a Andrés no había importado demasiado, siempre habían sido cosas pequeñas... pero cuando era un chico quien no podía salir de su mente, las co...