Capítulo 2

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La luz se colaba portodo el coche dándome directamente en los ojos. Intenté abrirlossabiendo que me sería casi imposible por la luz que me deslumbraba.Lentamente me incorporé para encontrarme tumbado en el Impala. Mefroté los ojos con las manos mientras me desperezaba y una vez querecobré el sentido completamente sólo me rondaba una cosa en lacabeza ¿cómo cojones estaba tumbado en el coche? Recordaba habermequedado dormido en la hierba pero ahora me encontraba en el impala,¿será que me he levantado sonámbulo? no imposible me dije mientrasme cambiaba al asiento delantero.

Conduje de vuelta almotel confuso por todo los sueños, las pesadillas, el coche... todo.Abrí la puerta de la habitación sin tener el mínimo cuidado ya queera hora de que los dos emprendiéramos la marcha de vuelta albúnker. Pero a pesar de el ruido Sam ni siquiera se inmutó. A vecesenvidiaba mucho a mi hermano, más que nada por que casi siempre eracapaz de dormir toda la noche a pierna suelta.

- Eh bello durmiente – dije lanzándole una almohada a la cabeza

Éste se despertósobresaltado cogiendo la pistola que siempre tenía al alcance de lamano y me apuntó con ella a la cabeza. En cuanto se dio cuenta deque tan solo era yo. Soltó un largo suspiro y dejó el arma a unlado.

- Dean, maldita sea, no puedes hacer eso, casi te pego un tiro- dijo mientras se pasaba una mano por el pelo

- Ya eso es lo que tu te crees, si hubiera sido cualquier monstruo ya estarías muerto, tus ronquidos se oían desde el otro lado de la calle- respondí de manera socarrona

- Ja ja, yo no ronco- gruñó

Terminamos de recogerlas pocas pertenencias que había desperdigadas por la habitación ytan rápido como llegamos nos fuimos de vuelta a casa, si es que elbúnker se podía considerar una casa.

Una vez dentro delcoche puse la música a todo volumen como de costumbre y en seguidaSam la quitó, también como de costumbre, mientras se dedicaba aseguir buscando en Internet más casos. Yo personalmente necesitabaunas vacaciones pero estaba claro que jamás las tendríamos. Podíaimaginarme tumbado en la arena tomando tranquilamente el sol,hablando animadamente con Cass... Cass, hacía bastante que nohablaba con él y como era normal mi mente solo podía preguntarseque estaría haciendo.

- ¿Dean me estás escuchando?- dijo de pronto Sam

- E-esto si por supuesto- contesté frunciendo el ceño

Me miró unos segundosy mientras sacudía la cabeza con resignación repitió todo lo queme había dicho

- Creo que puede haber un nido de vampiros en un pueblo de Orange(California), las noticias hablan de cuerpos con la garganta desgarrada y completamente secos, demasiados para ser solo un par de ellos.

- ¿Nos vamos a la playa?- dije con entusiasmo. Parecía todo tan increíble, hacía dos segundos que yo estaba deseando estar en la playa y nos tocaba un caso junto al mar

- Sabes que vamos a trabajar ¿no?, no a estar todo el día viendo chicas en bikini- respondió intentando adivinar mis pensamientos.

- Eres un aguafiestas lo sabías

Aunque en realidad noestaba interesado en ver a ninguna chica en bikini, aunque no memolestaría que cierto angelito se paseara junto a mi en bañador. Mereí tan solo de pensar en ver el mar, hacia tanto tiempo que Sam yyo habíamos hablado de ello... pero siempre surgía algún caso quenos llevaba en la dirección contraria y ahora como por cosas deldestino se nos presentaba uno, gracias Dios, pensé.

A pesar de queteníamos unas 8 horas de camino estuve todo el rato entusiasmado,aunque el aguafiestas aquí presente se dedicaba a recordarme que eratrabajo y no vacaciones. Yo intentando ignorarle continué con mibuen humor.

Como era normal alllegar nos registramos en el primer motel que vimos, siempre connombres falsos, y nos dedicamos a investigar los asesinatos. Yo mepateé medio pueblo hablando con las familias afectadas, entretantoSammy se dedicó a buscar que propiedad sería la que utilizaban losvampiros para refugiarse y al día siguiente iríamos a ver a lapolicía local.

Al caer la noche ambosnos encontrábamos en la habitación, bueno al menos uno de nosotrospor que Sam volvía a estar profundamente dormido. Así que cogí lasllaves del impala y salí lo más silenciosamente posible de lahabitación, me monté en el coche y me dirigí a la playa, creyendoque Sam no vería bien tomarnos un descanso después de este caso. Encuanto llegué me quité los zapatos y los calcetines y me acerqué ala orilla, quería sentir el agua en mis pies.

Cuando los sumergínoté que a pesar de ser por la noche el agua mantenía todavía elcalor de la mañana ya que era un sitio con muy buena temperatura,pensé en darme un baño pero no tenía bañador, así que despuésde comprobar repetidas veces que no había nadie por la zona y quetodo estaba en completa calma me desvestí y me metí en el agua.Comencé a nadar de un lado a otro, siempre sin alejarme demasiado dela orilla y sin quitarle ojo a mi nena.

Dean siguiódisfrutando como un niño sin percatarse de que entre las sombrasalguien observaba atentamente todos sus movimientos. Sus ojos iban yvenían con cada gesto del cazador deleitándose en el juego de lucesy sombras que le proporcionaba la luz de la Luna. Viendo como setensaban y destensaban los músculos de su espalda con cada nuevabrazada. Deseando estar en el agua junto a él, tocando su húmedapiel, sintiendo esos fuertes brazos rodearlo. Sin quererlo que acercóun poco hasta situarse cerca del impala y apoyarse contra él. Lo quefue un gran error, ya que en ese momento Dean volvió la cabeza comohacía cada pocos minutos para comprobar que todo estaba en orden. Ylo vio.

El cazador paró enseco y se quedó observando esa silueta que tanto conocía. Eseperfecto cuerpo cubierto por su típica gabardina. Pero en unpestañeo el ángel desapareció dejando a Dean con la sensación dehaberlo imaginado, de estar perdiendo el juicio. Lentamente saliódel agua y se vistió mirando siempre al rededor suyo, buscando conla vista a su preciado ángel. ¿De verdad me lo he imaginado? Pensópara si mismo mientras volvía al motel, ¿tanta era su obsesión conCastiel que lo veía allá donde mirara?

Durante todo eltrayecto de vuelta miraba con cierta frecuencia por el espejoretrovisor interior hacia el asiento trasero donde Cass,las pocasveces que los había acompañado en coche, se sentaba, deseando queestuviera ahí con él.

Lo que Dean no sabíaes que ese era justo el lugar donde se encontraba Cass solo que elcazador no podía verlo. Cada vez que el ángel creía haber tomadouna decisión pasaba algo que lo trastornaba por completo, como esanoche, que había ido a despedirse de su amigo y la sola imagen deéste nadando había vuelto a hacer que se replanteara su decisión.Así que tendría que seguir buscando el valor necesario paradecidirse, mientras intentaría seguir manteniendo la distancia conél, esperaría a que Dean le hablara.

Bajo el cielo estrelladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora