n/a: van a encontrar muchas incoherencias, cosas raras y estupideces escritas por mi, el libro comienza a normalizarse luego de... muchos one shots. Queda en ustedes si quieren leer o no. Están advertidos, amén.
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「Orochimaru」
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— Hokage-sama, no soy capaz de hacer esta misión.— intenté zafarme de lo que me había tocado por obra del destino pero la reacción de mi superior me dejaba en claro que mi deseo sería imposible de cumplir.
— Dame una buena explicación de por qué no.— se cruzó de brazos, con una ceja alzada y me miró. Tan sólo suspiré en respuesta y por mi mente cruzó el diálogo "usted lo sabe muy bien". Al parecer mi rostro lo daba entender ya que la rubia puso sus ojos en blanco y bufó.— Eres una de las mejores ANBU que tenemos y... ¿realmente te opones?.— habló indignada. Sabía bien que de nada serviría oponerme a sus órdenes, al ser hokage y vieja conocida, no me dejaría escapar de esta.
— Lo siento Hokage-sama.— hice una reverencia, rendida ante ella que solo asintió y la postura de su cuerpo se alivió.
— No te preocupes Yami.— sonrió leve, como si nada.— ¡Ahora recluta a tu equipo y váyanse!.— ordenó de un grito, dejando toda su serenidad detrás.
— Sí.— dije y luego de poner la máscara en su lugar, salí rápidamente y me fui en busca de mis compañeros para marchar rumbo los campos de arroz.
"La próxima vez que nos veamos no será porque queramos, será porque vamos a enfrentarnos."
Entiendo muy bien por qué lo dijo.
— Debemos buscar sus guaridas y si alguno la encuentra primero o se encuentra con él, deben llamar a todos, ¿entendido?.— alce la voz para que todos los compañeros que me rodeaban oyeran fuerte y claro.
— ¡Haremos pagar a esa serpiente!.— uno de los ninjas gritó luego de mi orden.
— ¡Si!.— todos dijeron al unísono. Mordí mi lengua para no hablar y tan solo inhale aire profundamente.
Lo mejor sería jamás cruzarlo.
— Equipo, ¡dispérsense!.— como de costumbre y al simple sonido de esa exclamación, todos desaparecieron, dejándome sola.
Inevitablemente me mantuve unos minutos en el lugar donde recién había dado ordenes y vi la preciosidad de aquel cielo gris que daba indicios de una pronta tormenta. Sabía que lo que en esos momentos cruzaba mi mente estaba mal pero no era un impulso que verdaderamente pudiera controlar.
Un suspiro se escapó de mis labios y solté un par de carcajadas amargas, disgustada de mi corazón... Con cautela y nerviosismo me puse a andar, procurando que nadie me viera, corrí y salté, hasta que bajé de los arboles y me dirigí al bosque donde la guarida de Orochimaru se escondía, mientras mi equipo estaba camino a los arrozales donde creían que se encontraba "la serpiente".
