Doce [PARTE 2/2]

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CAPÍTULO DOCE

[PARTE 2/2]


—Yo..., no lo sé —contestó Jenny ante la inquisitiva mirada de Dalila. Ya no podía retroceder más; la pared, fría tras ella, absorbía todo su calor corporal hasta dejarla con las manos heladas y temblando—. Simplemente no puedo; ¿por qué? ¿Por qué yo?

Frente a ella, en la distante pantalla que se suponía que la reflejaría en poco tiempo, un anciano la ocupaba por completo; el comercial anterior había acabado y la transmisión diaria de noticias mostraba un comunicado algo importante acerca de los numerosos atascos en las vías. El viejo mendigo agitaba un cartel y gritaba tan fuerte que Jenny temía que el hombre dañara su garganta.

—¡El fin del mundo se acerca! —decía una y otra vez mientras alzaba con brío el cartón. Quienes pasaban a su lado rodaban los ojos con gran fastidio; y supuso Jenny que aquel mendigo llevaba un buen tiempo ahí. El suficiente para hartar a todos por los menos—... ¡Los condenados arderán en el infierno; salven sus almas y vean la gloria del Señor!

En un momento de silencio tosió un poco segundos antes de volver a hablar.

»¡El juicio final se acerca! ¡Prepárense!

Al parecer notó que lo grababan, pues giró el torso hasta quedar en dirección a la cámara. Sonrió y los dientes, amarillentos y con ansias de caer, le dieron arcadas. Jennifer quiso estar ahí y ofrecerle algo de pasta dental hasta que comenzó con su parloteo por tercera vez, haciéndole retractar de ello. Rio unas cuantas veces luego de atorarse y elevó el cartel a las periodistas, señalándolo con algo de emoción.

»Todos ellos arderán junto a Satanás y sus demonios —sentenció, mirando a la multitud con fijeza. La calle era estrecha y él se movía a lo ancho, impidiendo el paso a los conductores.

A su lado, Jennifer escuchaba los bajos murmullos de Dalila, que le hizo volver al presente; no comprendía bien lo que ella decía pero de algo estaba segura. No era para nada bueno, pues casi podía sentir el ambiente más denso y empezó a preguntarse si este mismo podría llegar a aplastarla. Aparte, tenía demasiado frío. Todo aquello no hacía más que incomodarla.

Alguien distante apagó el aparato no sin antes escuchar un último arrepiéntanse que quedó resonando en su mente, dispersándose en el aire abarcando a cada segundo, un poco más del espacio en que se encontraba.

La mujer junto a ella se frotó las sienes y sonrió con falsedad; se notaba a leguas de distancia que estaba desesperada.

—¿Y bien? —uno de sus zapatos golpeaba el suelo con un ritmo molesto. Ahora estaban solas, tal como Dalila quería; todo lo contrario de Jenny, quien estaba siendo consumida por el horror. «¿Por qué se sentía incapaz de llamar a Jhon?»—. Rápido, linda. No vas a querer que se despilfarre así el único chance de esta magnitud que tendrás en tu... —carraspeó. La muchacha se percató de que la otra acababa de reprimir un insulto... o más de dos— vida. ¿Por qué estaba tan enferma al lado de la que se hacía llamar Dalila, aún en el cuerpo de Michelle?; ¿por qué sentía que algo en verdad iba muy, muy mal?

»...solo haz el intento —resopló, procurando sonar amigable—. ¿Quieres, preciosa?

Preciosa...

»Yo daría la vida por estar a tu servicio —con una mueca amistosa en el rostro, hizo el amago de una reverencia para luego tomar con cuidado la mano de Jennifer y llevársela a los labios. Mientras la otra daba vueltas al pasado, recordando lo que fue de Michelle tras el concurso, después de que quedara en segundo lugar... Cuando su piel entró en contacto con la de Dalila, un escalofrío la atacó por sorpresa—. Yo moriría por ti, mi reina.

Pecadora [La entrada al Paraíso] † #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora