Era lunes y podía sentir como la lluvia nos golpeaba con sus diminutas gotas, diminutas gotas agresivas.
El frío se colaba entre mis huesos y no podía evitar temblar.
Y ahí estábamos, debajo de la lluvia, tu observando la lluvia caer y yo observándote, deseándote.
-te quiero...
Susurraste, como si fuera un pecado capital.
Susurraste en forma de sentencia, y lo supe: tus labios tenían el sabor de un adiós sin billete de vuelta.

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Huyendo, de ti.
PoesíaTe susurré al oído que te odiaba...y realmente temía que descubrieras que era mentira.