Prólogo

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 El Sol salía de su escondite y empezaba a alumbrar aquel mundo tan extraño y tan dañado. Pero durante ese día su dorada luz calentó otra estructura, no era una roca ni nada natural, pero la mitad estaba hundida en la tierra y la otra mirando al oscuro horizonte, como un topo observando su entorno en busca de enemigos.

—Bienvenidos sean todos -dijo una voz vacía en alma y cuerpo, ya que nadie dentro de aquel sitio abrió la boca, pero el eco de su voz se escuchaba en todas partes—, no se asusten, les contaré todo. Ahora a levantarse con cuidado y preguntar lo que su mente duda.

-¿Quienes somos? — dijo una mujer a lo lejos.

-Ustedes son una raza llamada Homo sapiens — respondió la voz sin cuerpo—, también se les denomina...

-Humanos — interrumpió un hombre con voz temblorosa— ,del dominio eukaryota, del reino animalia, del filo chordata y de la clase mammalia. ¿Cómo lo sé?.

—Estás en lo cierto, lo sabes porque tus antepasados me dieron toda la información que recolectaron hasta nuestra partida, y yo se las di a ustedes — les dijo la voz con un tono cálido y calmado.

—¿Partida?¿antepasados?, por favor cuéntanos todo, ¿dónde estás?¿quién eres? — empezó una voz femenina, muy ansiosa.

—Cálmate — comenzó la voz vacía. Un mundo nuevo surgió dentro de aquel lugar, el suelo, la pared y el techo blanco se transformaron en césped, un horizonte infinito y un cielo alumbrado por dos estrellas azules respectivamente—, sus antepasados son humanos, como ustedes, viven en un planeta llamado Uthria, estas imágenes son una muestra del él, ese mundo se encuentra a mil galixias de aquí— no se detuvo a explicar el significado de cada una de sus palabras, sus oyentes ya las sabían, lo sabían todo, sus conocimientos eran simples recuerdos olvidados—, nos enviaron a este planeta, llamado Tierra, para que lo dominemos, este mundo es agresivo y por ende he construido un domo que los separa del mundo hostil, con un campo de energía que impide la entrada y/o salida de cualquier ser vivo, para que ustedes se puedan desarrollar sin peligro alguno.

» Ustedes no han sido los únicos que han sido enviados-Siguió la voz-, son los primeros en despertar de la hibernación, ese sueño profundo fue el que hizo posible un viaje de miles de años sin que sus células envejezcan más de un minuto, hay otros hermanos suyos que esperan desvelarse, algunos con graves problemas de salud, por eso tienen que desenvolver una gran tecnología medicinal antes de querer que vean el amanecer.

—¿Por qué somos los primeros y por qué no los ayudas tú?— pregunta uno de los cien hombres que se encontraban allí.

— Son los primeros porque son los más sanos, y no puedo ayudar a sus hermanos porque no es mi misión— responde la voz sin alma.

— ¿Dónde están esos hermanos?— cuestiona una grito agudo.

—Debajo de sus pies, hibernando— le comenta la voz vacía.

— Si no haz dado tus conocimientos, ¿cómo se lo daremos a nuestros hijos y por qué no recordamos la información?— interroga una mujer entre las doscientas allí presentes.

— Aún no recuerdan la información porque se las di hace mucho tiempo y con el tiempo les enseñaré a construir la tecnología para que puedan dar sus sabidurías a las futuras generaciones— responde la voz.

— ¿Cuál es mi nombre y mi apellido?— le dice un hombre con un acento desesperado.

— Eres libre de escoger tu propio nombre y apellido, pero tus hijos deberán tener el apellido de tu pareja y el tuyo— le contesta esa voz tan hueca pero tan humana.

 El lugar era gigante, aún con las trescientas personas que lo poblaban, que daba sitio para más de mil hermanos. Pero no era nada, comparado con el mundo que vieron cuando las puerta blancas y enormes, como una nube en un cielo totalmente nuevo.

—Salgan y sean libres—ordenó la voz sin cuerpo— , pero no se acerquen al límite, allí empieza el domo y termina el paraíso.

 Los humanos salieron con miedo y curiosidad, cruzaron la puerta en cuatro filas alargadas. No tuvieron fuerzas para sostener sus mandíbulas, el área era realmente maravilloso, árboles, flores y un césped suave como la brisa del amanecer, los animales, tan pasivos como los nuevos visitantes. Cada individuo, al recordar la información, gritaba y corría con emoción ante ese mundo perfecto

— ¡Una manzana!— exclama una mujer mientras apuntaba el árbol repleto de frutos. No pudo contenerse y se apresuró a comer la primera manzana y la segunda se la dio a un hombre que se acercó a ella, ambas frutas dulces como el calor de aquel soleado día.

Y así, día tras día, todos conocieron el nuevo hogar al que pertenecían...


Bailes del Destino: Un Nuevo DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora