Fighter (PAUSADA)

Capítulo 8

Me estremecí. Chris tenía una mirada extremadamente penetrante y por primera vez, no me costó sostenerla.

-Perdón- murmuré apartando la vista mientras la clavaba en el suelo.

-¿Por qué te disculpas?- preguntó sosteniendo más firmemente mi muñeca.

-Por que sueno como una niña pequeña haciendo un berrinche- sonreí amargamente.

-Eso no es cierto- contestó posando su mano en mi barbilla, obligándome a mirarlo.

Nuevamente nuestras miradas conectaron. En ese momento sentí que no habían más ojos salvo los suyos, que el espacio que había entre ambos era cosa de milímetros y que, por muy estúpido que sonara, hasta en mi cabeza, probablemente mis ojos estaban hechos para mirar los suyos.

-Tienes una mirada hermosa- murmuró rompiendo el silencio. Sentí como la sangre subía lentamente por mi rostro hasta posarse en mis mejillas, pero no me moví, seguí haciendo de aquel momento algo perfecto.

-Gracias- respondí. Él sonrió. Me sorprendió que me hubiera escuchado puesto a que me lo dije más a mi misma que a él.

De pronto su sonrisa desapareció por completo, dando lugar al rojo de sus mejillas. Levantó lentamente su mano libre hasta colocarla en mi mejilla. Inspiré su dulce aroma aún sin despegar mis ojos de los suyos. Comencé a notar que su rostro se acercaba más al mío, en ese instante comenzamos a respirar el mismo aire mientras el espacio que nos separaba se consumía poco a poco. Hasta que…

-No- susurré apartando el rostro.

-Oh…entiendo- murmuró soltando mi muñeca, alejándose hasta adoptar una postura erguida. –No sería la primera vez…- sentí como las palabras salían atropelladas de sus labios e, igualmente, noté como se las decía más a si mismo que a mí.  

-No, Chris, te equivocas- trataba de enmendar mi error, no sabía porque me había alejado de él, probablemente yo también quería besarlo…quería hacerlo.

-¿A sí?- preguntó mirándome, pero a diferencia de su mirada de antes, la de ahora era fría, tanto que me taladraba.

-Es solo que…- sentí el nudo en mi garganta.

-…Que no querías hacerlo. Lo entiendo- sus palabras me dolieron, pero me dolió más el ver como se levantaba, dispuesto a dejarme sola. Cuando se puso de pie, tomé su muñeca evitando que se alejara, yo mantenía la vista clavada en el suelo, pero noté la suya puesta sobre mí.

-Es solo que nunca he… besado a alguien…- susurré. Me sorprendió lo ahogadas que sonaron mis palabras a causa de la vergüenza que me profería confesarlas.

Permanecimos en silencio por lo que se me antojó una eternidad. Ninguno se movía salvo por el vaivén que causa la respiración.

-Sabes…- musitó, rompiendo nuevamente con el silencio. Percibí como dejaba de sostener con fuerza mi mano hasta que sus dedos se aventuraron por mi palma, uniendo ambas manos, pero sin entrelazarlas. –Yo tampoco he besado a nadie… nunca- Sus palabras me obligaron a alzar la mirada. Sus ojos detonaban completa sinceridad, lo que hizo que se me dibujara una sonrisa en el rostro y, posteriormente, él me imitó.

-Dios, lo siento- inquirí entre risitas nerviosas. Aún sin soltar mi mano se sentó nuevamente a mi lado.

-¿Te das cuenta de lo estúpidos que nos debimos haber visto haciendo toda esa escena?- preguntó mirándome. Sus ojos se arrugaban a causa de su amplia sonrisa.

-Si- expresó una voz a nuestras espaldas. Ambos nos volvimos y al notar la presencia de aquella persona nos soltamos inmediatamente.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Chris entre enojado y apenado.

-Eso deberías contestarlo tú.

-Creo que yo…- interrumpí levantándome.

-No, ni lo intentes- su rostro irradiaba furia.

-Serina…

-Te advertí que si te acercabas a él no te dejaría tranquila.

-¡Serina!- vociferó Chris.  Su hermana volteo a verlo y percibí la rabia que emanaba de ella.

-Tú cállate.

-¡No! ¡Hazlo tú!- en ese momento sentí como mi presencia sobraba.

-Chris- inquirió enojada.

-Espera ¿le advertiste?- al instante el semblante de Serina se puso a la defensiva.

-No quiero que ésta te haga recaer de nuevo…-

-¿Disculpa?- la mirada de Chris se volvió dura como roca.

-¿Qué?- Serina no iba a ceder y eso se notaba.

-Mel, no “ésta”

-Para lo que me importa…- se cruzó de brazos. Esta pelea no iba a acabar en algo bueno, así que me di media vuelta y comencé a caminar sin un rumbo fijo. Chistian estaba tan absorto en su discusión que ni siquiera notó cuando me fui.

Después de unos cuantos metros aún notaba el susurro que provocaban sus voces, pero no volteé atrás. Jamás había presenciado una pelea entre hermanos y nunca nadie había discutido para dejarme bien parada pero, definitivamente, no sabía cómo algunos disfrutaban eso, yo me sentía pesimamente mal conmigo misma por ser la causante de problemas familiares. Pensar que yo jamás llegaría a tener algo parecido a una familia me afectaba demasiado. Era el peor momento para ponerme a pesar en eso, pero mi mente me apuñaló por la espalda al hacerme pensar en algún momento alegre a lo largo de mi vida, que lo hubiera compartido con mi madre.

Sentí una punzada en el corazón, pero no dejé de caminar. Los ojos comenzaron a dolerme, lo que significaba que las lágrimas amenazaban con salir. No pude más. Nunca había tenido un momento alegre con mi madre, solo reproches, bofetadas, palabras hirientes y ni una sola pizca de cariño. Las rodillas me temblaron, lo que me obligó a sentarme a la sombra de un árbol. Me abracé las rodillas y escondí mi cabeza en ellas. “Arruinaste mi vida” sus palabras atacaban mi corazón como agujas envenenadas. “Nunca serás suficiente”. A pesar de todo el dolor que me había ocasionado, aún la defendía haciéndome creer que lo que decía lo decía sin pensar.

Me dolía la garganta y supuse que era a causa del esfuerzo que me provocaba sacar los sollozos. Notaba los ojos hinchados, pero no quería restregármelos o si quiera limpiar mis lágrimas. Permanecí así, quieta, como si no existiera. Dios, ojala con solo desearlo se hiciera realidad.  Pero no, seguía siendo un estorbo, incluso en mi propia vida.

 Lamento haber tardado, no tenía internet ._. Espero les guste dejen sus comentarios Pauu Acosta