El titanic - Parte 2 ⛵

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La mayor parte de los pasajeros no advirtieron nada alarmante e incluso el propio capitán Smith tardó 20 preciosos minutos en darse cuenta de la situación; sabía que se iba a desatar el pánico colectivo, por lo cual ordenó obrar con cautela. Mandó avisar al pasaje, pero procurando restar importancia al incidente, y sólo a las 12.05, cuando ya el agua alcanzaba la pista de "squash", ordenó disponer los botes salvavidas y que se emitiera la llamada de auxilio habitual en aquella época, "C.Q.D.", junto con la recién adoptada y aún en vigor, "S.O.S.", siendo tal vez la primera vez que se utilizó. La situación del buque en aquel momento era de 41º 46' norte, y de 50º 14' oeste. Se calculó, muy a la ligera, que dada la gravedad de las averías y la enorme brecha, el Titanic estaba condenado a desaparecer en menos de tres horas. Algunos barcos captaron las angustiosas llamadas de socorro y trataron de acudir a toda máquina; pero, por una ironía del destino, el radiotelegrafista del Californian se había ido a dormir, por lo que esta nave, a tan sólo 19 millas de distancia, y que hubiera podido llegar a tiempo para ayudar eficazmente al salvamento del pasaje y de la tripulación, no advirtió nada, si bien es cierto que el segundo oficial del mismo, que se hallaba en cubierta observó una desusada iluminación e incluso cohetes de señales, pero no concedió al hecho mucha importancia, atribuyéndolo a que en algún gran trasatlántico estaban celebrando una fiesta a bordo.

Cuando, ya tardíamente, el pasaje tuvo conciencia de la catástrofe, sonó el clásico: "¡Sálvese quien pueda!" ¡Las mujeres y los niños primero!"... Desafortunadamente, el Titanic, considerado insumergible, llevaba 2.207 personas a bordo y sólo disponía de 1.178 plazas en los botes. Cundió el pánico y se sucedieron actos de bajeza inenarrables, alternados con sacrificios y abnegaciones difícilmente igualables en semejantes circunstancias...

La noche se saldó con 1

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La noche se saldó con 1.503 muertos, el 68% de los embarcados.

La falta de plazas en los botes, la confusión y el miedo, así como el desorden con que se realizaron las operaciones de abandono del buque agravaron el naufragio y fueron responsables de no pocas víctimas. Mientras tanto, el Titanic -se había dado la orden de tener encendidas a toda costa las calderas 2 y 3, para mantener en funcionamiento la energía eléctrica-, con todas sus luces encendidas y lanzando cohetes de señales, seguía hundiéndose más rápidamente de lo calculado. Mientras, la orquesta de a bordo interpretaba diversas melodías, en un vano intento de crear una atmósfera festiva y disminuir el miedo, y así permaneció hasta el último instante

Según la mayor parte de los supervivientes, la última pieza interpretada fue Más cerca de ti, Dios mío, aunque -al parecer- opiniones más autorizadas afirman que se trataba del viejo himno Otoño

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Según la mayor parte de los supervivientes, la última pieza interpretada fue Más cerca de ti, Dios mío, aunque -al parecer- opiniones más autorizadas afirman que se trataba del viejo himno Otoño.

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Un detallado examen de las listas de supervivientes revela que, contra lo que suele creerse, el factor determinante para sobrevivir no fue ni la edad ni el sexo, sino la condición social

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Un detallado examen de las listas de supervivientes revela que, contra lo que suele creerse, el factor determinante para sobrevivir no fue ni la edad ni el sexo, sino la condición social. Se salvó el 98% de las pasajeras de primera clase, contra un 54,7% de las de tercera. Entre los hombres de primera se registró un 66% de supervivientes, contra sólo un 29,4% de los niños de tercera.

Si se observan las cifras totales de las víctimas, se puede comprobar que perecieron 120 pasajeros de primera clase (el 8%); 162 de segunda (el 11%); 535 de tercera (el 35,5%), y 686 miembros de la tripulación

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Si se observan las cifras totales de las víctimas, se puede comprobar que perecieron 120 pasajeros de primera clase (el 8%); 162 de segunda (el 11%); 535 de tercera (el 35,5%), y 686 miembros de la tripulación.

Era la noche del 14 de abril de 1.912. Sobre la cubierta del trasatlántico Titanic, el marinero de guardia Frederick Fleet oteaba en la noche fría y serena. El trasatlántico, el "insumergible", la más grande y hermosa nave del mundo, avanzaba majestuosa en la quinta noche de su viaje inaugural hacia Nueva York. Se encontraba a 700 km. al sur de Terranova y a 1.900 de Nueva York.
A las 23.40 Fleet vio de pronto frente a sí una enorme masa blanca en medio de la oscuridad.
Prontamente se interrumpió el ruido de las maquinarias y el barco se preparó para retroceder. Fleet observaba con espanto acercarse cada vez más la inmensa montaña de hielo, mucho más alta que el castillo de proa. El marino se hallaba espantado, esperando el encontronazo. Pero luego, ya en el último momento, la proa comenzó a doblar a la izquierda, mientras la montaña de hielo se escurría por el flanco derecho de la nave.

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