Mirando su alrededor Jaime subió al auto que se había comprado hace tan poco, dejó su mochila en el asiento trasero con la ropa que utilizaría en su trabajo nocturno, el viaje tranquilo con la música que lo ayudaba a imaginar que haría en su próximo show lo mantenía entretenido.
Miró la hora por última vez esa noche antes de entrar al edificio que tenía frente a él, las 22:40, le quedaban veinte minutos para entrar al escenario así que apurando su paso logró estar listo en quince minutos. Su atuendo de bombero siempre había sido el preferido, arregló su cabello frente al espejo antes de caminar a la escalera de entrada al escenario.
– Hoy tenemos buenos clientes – Soltó Manuel bajando por la escalera en dirección a su camerino, sus bóxer enseñaban lo bien que le fue.
Jaime tendría que esperar a que las personas encargadas limpiaran la pasarela para salir y arreglando los detalles de su ropa se armo de paciencia, la que solía perder muy rápido.
– Eso es bueno, necesito pagar la cuota del auto – Rió el ruliento esperando la señal que le indicara el comienzo de su show, despidiéndose cortésmente de su colega.
– ¡Listo! – Gritó el supervisor saliendo del escenario.
El chico que se encontraba aún frente a las escaleras tomo aire y caminó hasta las cortinas, la música comenzó y su mente quedó en blanco, dejándose llevar por el ritmo salió al escenario donde bastantes hombres lo esperaban. Un baile sexy y agresivo era su show que aunque no se lo imaginaba siempre era el más esperado de la noche, su físico más bien normal en comparación con el de sus colegas era lo que al público le encantaba, sus sueños eróticos eran sacados a la luz con el chico que sobre el escenario movía la pelvis de una manera sensual y provocativa mientras se desnudaba para ellos.
Se acercaba al público para que pudieran tocar su cuerpo, más de alguno se pasaba de la raya tomando su miembro y él tenía que seguir bailando o sacarse al pervertido de encima con una forma muy sutil, eran siempre los que le dejaban más dinero y debía tratarlos bien.
Avanzaba tranquilo en la pasarela entre billetes de distinto valor sobre ella que eran recogidos por un hombre tras él. Llegó donde un grupo de amigos en el fondo o principio de la pasarela como quieran verlo ustedes, escuchó el gritó en el momento en que lo vieron fijándose en el que se encontraba en el centro de una mesa pero, la desvío al instante, no podía dejarse llevar por un chico lindo en medio del show, ¿o sí? se acercó a los lados sin detener su baile hasta que volvió al centro, algunos del grupo de amigos apuntaban al que se encontraba en el centro y él siendo obediente se hincó frente a un Moreno que colorado a más no poder intentaba ocultarse tras sus manos. La situación le enternecía de gran manera y bajando del escenario para acercarse al moreno escuchó el grito de todo el mundo, no pudo evitar soltar una risa cuando tomó ambas manos del muchacho que con los ojos muy abiertos intentaba no caer en el pánico.
– ¡Está de cumpleaños! – Gritó uno de sus amigos, Jaime no logró identificar quien fue pero, con una sonrisa intentó tranquilizar al moreno.
– Toca mi cintura cuando quieras que me detenga – Le susurró para comenzar un baile sobre el chico sentado que con sus manos atrás se mantenía aún con el sonrojo en sus mejillas intentando disfrutar el show personal.
Los bóxer de nuestro amigo demostraban una gran erección que había sido preparada con media pastilla azul y moviendo ésta sobre las piernas del muchacho dejo de escuchar los gritos que aún seguían sonando sin querer detenerse, el moreno lo miraba con una sonrisa ladeada y sus mano pasaron a los muslos desnudos de quien tenía arriba, Jaime ocupó toda la experiencia que tenía hasta que sintió la erección del cumpleañero bajo él
– feliz cumpleaños – Susurró nuestro vedetto tan cerca de sus labios que no pudo evitar terminar con un breve beso provocando más gritos a su alrededor.
Se estaba saliendo de su coreografía por mucho pero, el moreno lo había vuelto loco desde hace mucho rato y sin querer terminar se vio obligado a hacerlo.
El baile privado no fue algo largo, había gastado mucho tiempo en la pasarela y ahora se sentía algo arrepentido por haberse detenido tantas veces antes. Sonriendo ambos se despidieron con la mirada y Jaime subió al escenario a terminar su show.
Los bóxer con el dinero de sobra para pagar su automóvil le demostraban que había sido una noche excelente. Bajó las escaleras agotado físicamente, el calor y los gritos de los hombres que estaban en el local lo habían dejado listo para dormir como un ángel.
– Jaime, tu plata – Escuchó al chico que bajaba la escalera
– Gracias – Sonrió camino a su camerino pensando en el moreno e intentando sacarlo de su cabeza.
Sólo había sido un pequeño regalo de cumpleaños que él no solía hacer, pero hoy estaba de buenas. Una ducha rápida antes de salir del local con el dinero en su mochila junto al traje de bombero, tenía que programar su próximo show pero un bostezo le ganó camino al auto.
– ¿Cansado? – Escuchó una voz a su lado que lo sobresalto, al girar su cuerpo se encontró con el moreno fumando un cigarrillo extraño.
– Un poco – Respondió anonadado con la belleza que emanaba el chico, su perfume dulzón que lo había vuelto loco hace unos minutos volvía a dominarlo de una forma salvaje.
– Me dejaste el juego a medias – Un puchero salió de la boca de Nicolás – Eso no se hace – Jaime rió de forma sutil, estaba dispuesto a terminar lo que había empezado.
– No podía terminar sobre el escenario – Se acercó al chico para colocar su mano desocupada sobre su cintura y esconder su rostro en el cuello de Nicolás – Pero cuando quieras lo terminamos más en privado – Un tiritón de parte del chico que sujetaba le dio a entender que ambos sentían lo mismo por el otro.
– Nicolás – Susurró tímidamente el moreno y Jaime lo miró extrañado – Me llamo Nicolás
– Jaime – Respondió nuestro ruliento con los sentimientos saliendo a través de los poros de su cuerpo.
– ¿Podrías terminar el show ahora Jaime? – Sonrió el moreno besando la comisura de los labios del vedetto, el ruliento tomó la mano del chico para llevarlo a su auto, no tenía que pedirle dos veces que terminara el baile que había empezado.
Será el mejor baile de tu vida – Abrió la puerta riendo – Y de la mía.
Sus ojos se cruzaron para sellar el comienzo de un baile eterno entre él y el moreno que lo venía mirando hace bastante tiempo sin que el vedetto se percatara.
Fin.