#28 [Narrado 3/3]

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   El beso fue repentino, pero de igual forma le correspondí.

   Y hubiese sido perfecto si un grupo de weones no se hubiese puesto a pelear en los arbustos.

Bloody hell! ¡Ya quitate, maldición! —exclamó el Arthur al Alfred.

   El Martín dejó de besarme para mirar hacia donde venían los ruidos, y ahí ambos vimos al Seba, el Arthur, el Alfred, la Coco, el Pancho y la Feña tirados con hojas del arbusto en la cabeza.

—Hagan como que no estamos acá —dijo el Seba con cámara en mano y con el pulgar levantado, mientras sus brillitos destacaban cada vez más. El Martín se pegó en la frente con la palma de su mano y yo seguía mirando a todos los tirados ahí.

   Nunca en mi vida creí que podría tener la cara más roja que en ese momento. Fue una mezcla entre vergüenza y enojo que despertó al diablillo de mi hombro.

— ¡SERAN WEONES! —les grité dirigiéndome a ellos con todas las intenciones de pegarles. Despertando mi Rosa Espinoza interior —. ¡¿ES QUÉ ACASO NO CACHARON EL AMBIENTE SACO' DE WEA?!¡MÁS VALE QUE APRETEN CACHETE AHORA CONCHETUMARE O LES VOY A SACAR LA CHUCHA!

   Y esas palabras bastaron para verlos a todos levantarse como podían para salir corriendo.

   Tome aire intentando calmar mi rabia. «Respira Kotélo, respira. El anónimo te escucho weon, ¿en qué cresta estabai' pensando gil?»

   Me di vuelta al escuchar como el Martín se reía.

— ¡¿De qué te rei'?! —le pregunté gritando, sintiendo nuevamente como se me subían los colores al rostro.

—Es qué —comenzó a decir llevándose una mano a la boca, intentando calmar su respiración por haber reído tanto —. Me encanta cuando usas malas palabras. Te ves re tierno —terminó de decir.

—No me digai' tierno, fleto —gruñi cubriéndome el rostro con la palma de la mano. Ni loco iba a dejar que me viera con las mejillas rojas.

   El volvió a reír y se acercó a abrazarme.

—Che, Manu —me llamó quitándome la mano del rostro, yo le miré con el rostro de color normal, hasta que me sonrió. «Askjskdjskdjs, que soy hormonal hermano» Pensé golpeándome mentalmente.

— ¿Qué? —le pregunté al ver que se quedaba callado y dudaba lo que sea que me quería decir.

—B-bueno, Manu —Y hermano, se la estaba dudando tanto lo que me quería decir que me dio cosita hasta a mi po', vale decir que el me estaba sujetando una la mano que me había quitado del rostro hace un momento.

   Hasta sentía como me sudaba la mano po'. Rogaba que no se diera cuenta no ma' «Aksjzkajs, pucha que eri' yeta Manolo» me dijo mi diablillo en el hombro, yo le tiré viento con la boca y se cayó el weón.

   El Martín finalmente suspiro, tomó mi mano más fuerte y me volvió a sonreír.

—Che, Manu —pronunció mi nombre con ternura —. ¿Queres ser mi novio?

   Y explote.

   No, no literal. Pero mi cara ardía tanto que dolía.

   Lo miré a los ojos con nerviosismo y vergüenza, porque después de todo el drama del anónima se me había olvidado que en la vida real existe el pololeo*.

—Yo... —Baje la cabeza. Me estaba atragantando con las ganas de salir corriendo — s..siksjkddks —murmuré.

— ¿Vos qué? —Me tomo del mentón para que le volviese a mirar.

Che, Manu || ArgChiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora