Capítulo 3

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-Muy bien, ahora desliza la garra hacia la derecha con lentitud, a la altura de aquel panda. -me ordenó con suavidad Dylan, que parecía muy nervioso ante cada movimiento que hacía-En cuanto te diga, aprietas el botón rojo y ¡bang! Tenemos a ese jodido peluche.

Con mucha concentración y lentitud, direccioné la mediana palanca grisácea hacia la derecha, apretándola con mi mano. La presión que tenía gracias a mi hermano, hacía la cosa un poco más difícil.

En cuanto la garra estuvo a la altura, el grito de Dylan no se hizo esperar.

-¡Aprieta el botón! -gritó desesperado contra mi oreja, haciendo que me sobresaltara del susto.

La garra bajó y tomó entre sus ganchos la cabeza del panda que se burlaba de nosotros con una sonrisa diabólica.

Practicamente, Dylan y yo estábamos mordiéndonos las uñas por la emoción de saber si ese oso por fin seria recogido, pero empezamos a lanzar insultos contra la maquina, el oso, la garra y el universo completo, en cuanto los ganchos no lo recogieron.

-¡Oh maldición! -exclamé, molesta.

-¡Haces todo mal, Ángel! -bufó mi hermano-Yo de verdad quería ese peluche.

Lo miré de arriba a bajo, con una sonrisa irónica en los labios.

-¿Disculpa? Ese peluche iba a ser mio.

-No, yo desde el principio te dije que...

-¿Hola otra vez?

Los dos fuimos interrumpidos por una voz femenina, que ya consideraba familiar. La chica que mi hermano se estaba ligando se presentó nuevamente con una sonrisa nerviosa, pero, sin su hermano mellizo junto a ella.

-¡Lily! -se sorprendió mi hermano, quien la recibió con un breve abrazo y un beso en la frente.

-Siento mucho lo que pasó con Simón, realmente no sé que le pasó. -se disculpó.

-No te preocupes, Angélica está acostumbrada a que la gente se asuste con tan sólo verla y salga corriendo.- comentó mi hermano, irónico.

-Los veo luego. -solté, dándole un puñetazo a mi hermano y fulminándolo con la mirada-Un gusto conocerte Lily.

-¿A dónde vas? -preguntó él detrás de mí.

-¡A gastar mi dinero en libros! -le grité por encima de mi hombro.

Comencé a caminar en dirección a la pequeña librería que estaba ubicada en el segundo piso del centro comercial.

Ahora el lugar se encontraba más lleno, y eran más adultos charlatanes que otra cosa. Supuse que la mayoría de los adolescentes y los niños estarían en horas de clase.

Subí por las escaleras mecánicas mientras golpeteaba con mi dedo la barandilla fría de esta.

En cuanto estuve frente a la librería, sentí como mis ojos se iluminaron ante tanta belleza.

Ingresé con una felicidad inmensa, sin despegar la vista de los nuevos libros en vidriera y como estos me decían a gritos "¡hey, cómprame y llévame contigo!"

Y yo les respondía en mi mente: No tengo tanto dinero mis queridos amados, pero el día en que sea millonaria, los salvaré de esta cárcel.

-Tanto tiempo, Angélica. -me saludó Eli, la vendedora detrás de su mostrador.

Eli tenía alrededor de treinta y algo de años, y su cabeza estaba llena de rulos rojizos incontrolables que convidaban a la perfección con sus pecas salpicandas en su rostro.

No te olvides de Angélica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora