Capítulo 2

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20 de Septiembre del 2026
Sidney, Australia
Día número 421 bajo la dictadura








—Idara, vamos. —Escuché a alguien susurrar cerca de mí y sentí mi cuerpo ser zarandeado de un lado a otro lentamente pero con desesperación—. Mierda, levántate ya. —Mis ojos comenzaron a abrirse poco a poco y no pude evitar parpadear seguidas veces para acostumbrarme a la luz, porque aunque fuese de noche, el foco de la habitación estaba prendido, y yo no me acostumbraba a ello luego de pasar horas en la penumbra de mi habitación.

Me incorporé en mi cama a la vez que frotaba uno de mis ojos con la larga manga de uno de los gigantescos –al menos para el tamaño de mi cuerpo– suéteres de Luke, el cual utilizaba como pijama cuando tenía mucho frío en las noches, volteé mi mirada hacia el reloj de pared que teníamos y al ver que eran cerca de las cuatro de la mañana, mi ceño se frunció y mi mente parecía ser un gran signo de pregunta en aquellos momentos.

Quité mi mirada de la pared y la posé por primera vez en la anatomía de mi novio, el cual caminaba con desesperación por la habitación, abriendo el armario para sacar mudas de ropa, cerrarlo, meterlas en una mochila cerca de él, y segundos después volverlo a abrir para sacar más ropa y pertenencias. Me extrañé ante la escena que tenía frente a mí y no pude evitar preocuparme, principalmente por verlo en tal estado de desesperación y angustia.

—Luke, ¿qué es todo esto? —hablé con una voz algo rasposa y más ronca de lo común debido a mis horas de sueño, y lo siguiente que oí fueron unos golpeteos fuertes que provenían del exterior y venían de un par de metros de distancia de la casa. Varios segundos habían pasado y parecía que de mi boca no había salido sonido alguno anteriormente, puesto a que él hizo caso omiso a mi pregunta y siguió desplazándose por el lugar con rapidez y desesperación—. Luke...

—Ashton me llamó hace unos minutos y dijo que la policía está entrando a las casas del vecindario a la fuerza y cuando salí afuera a ver, ellos ya estaban a unos pocos metros de aquí —habló con una voz agitada, y al oírlo rápidamente me despojé de mis sábanas y mantas, para levantarme del colchón e ir hacia él.

Sin importarme que lo único que llevaba puesto fuese ropa interior y un gran suéter que me llegaba un par de dedos sobre las rodillas, tomé su mano y lo hice voltearse hacia mí. Su mirada cruzó con la mía y una clara mueca de angustia, desesperación e impotencia estaba plasmada en su cara. Quité mis manos de las suyas y las dirigí a ambos lados de su rostro, posicionando una palma en cada mejilla y obligando a que sus ojos siguiesen conectados con los míos. Detestaba verlo así.

Luke era la clara definición de una persona transparente, no importaba si él quisiese que sus emociones se notasen o no, estas siempre lo hacían. De alguna forma él no podía evitarlo, y me dolía verlo de tal forma. Yo sabía que él se sentía responsable de mí, que sentía que tenía que cuidarme a toda costa y aún más en estas circunstancias, pero habían momentos en los que se desesperaba de tal forma que me aterraba, aunque sabía que era algo entendible. Después de todo, éramos solo Luke y yo, y nadie más, así que él sentía que si alguno de los dos tenía que ser el más fuerte por ambos en la relación, ese sería él, pero era solo un chico de veintidós años, y aunque siempre ha hecho lo mejor por mí, era algo obvio que entrase en pánico en situaciones como estas.

—Tenemos que irnos —murmuró él luego de unos segundos, en un susurro casi audible. Escuchaba aún los fuertes golpes y un par de violentos gritos de fondo, pero intenté suprimirlos lo mayor posible, para centrarme en nada más que él. Aún con mis manos alrededor de su rostro, acaricié sus mejillas con mis pulgares y llevé mis dedos a los cabellos de su nuca, como sabía que a él le gustaba y lo relajaba.

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