Capitulo I

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Jack
El Ideal
Supongamos que eres una chica. Supongamos que eres una chica y estas en una fiesta, o en un bar, o en un club, y yo me acerco a ti.
Supongamos que no me has visto en tu vida.
Ciertas cosas las averiguaras de inmediato. Verás que mido casi un metro ochenta de estatura y que soy de complexión corriente. Si nos estrechamos la mano, comprobaras que mi apretón es fuerte y que llevo las uñas limpias. Observarás que tengo unos ojos castaños que hacen juego con mi cabello castaño. Y verás que tengo una cicatriz en el centro de la ceja izquierda. Calcularás que tengo entre veinticinco y treinta años de edad.
Supongamos que lo que ves te gusta lo bastante para entablar conversación conmigo. Charlaremos  y, si las cosas marchan bien entre nosotros, averiguarás otras cosas. Te diré que me llamo Jack Rossiter. Si me preguntas cómo me hice la cicatriz, te contaré que mi mejor amigo Matt Davies me pegó un tiro con una pistola de aire comprimido cuando yo tenía doce años. Te diré que tuve suerte de no perder el ojo y que mi madre se pasó un año sin querer ver a Matt por casa. Te diré que hoy en día Matt es menos impulsivo y yo me encuentro tan a gusto con la situación que hasta considero prudente vivir bajo el mismo el techo que él. Te diré que él trabaja en un bufete de la City, pero no te diré que él es el propietario de la casa y que yo le pago un alquiler. Tú me preguntarás cómo es la casa y yo te diré que es un antiguo bar reformado como vivienda en la zona oeste de Londres y que, sí, hemos conservado la mesa de billar, la diana de juego de dardos y la barra, pero no, no hemos otorgado derecho de visita a los violentos alcohólicos que se sentaban con expresión enfurruñada en un rincón .    También te diré que el jardín es muy grande y está muy descuidado.
Tú me preguntarás en qué me gano la vida actualmente y yo te responderé que soy un artista, lo cual es cierto, y que me gano la vida con eso, lo cual no lo es. No te diré que trabajo tres días a la semana en una pequeña galería de arte de Mayfair para poder llegar a fin de mes. Echarás un vistazo a mi ropa, que probablemente será ropa de Matt, y supondrás  erróneamente  que soy rico. Puesto que, a lo largo de nuestra conversación, yo no mencionaré a ninguna novia, deducirás acertadamente que estoy libre. Yo no te preguntaré si tienes novio, aunque te miraré el dedo para ver si estás comprometida o casada.
Supongamos que acabamos yendo a tu casa o a la mía. Nos acostaremos juntos. Si tenemos suerte, puede que incluso lo pasemos bien. Y si lo pasamos bien, puede que repitamos. Y después nos quedaremos dormidos. A la mañana siguiente, si estamos en tu casa, lo mas seguro es que yo me vaya sigilosamente antes de que tú despiertes. No dejaré ningún teléfono. Y si estamos en mi casa, tú harás lo mismo. No me darás un beso de despedida. Quienquiera que se quede en la cama, al final despertará. Y descubrirá que está solo. Pero eso será bueno, porque será lo que quiere.

Finalmente JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora