Capítulo 10

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Amber Foster

Los ojos negros se abren por completo.

—¿Cruel?

—¿En serio piensas que creeré en ti? —digo. Después arqueo una ceja—. No te conozco.

Él se lleva una mano al pecho.

"El perro pulgoso es más sensato que esta torpe sanguijuela."

A cambio, blanqueo la mirada y me cubro la boca para no reír por el comentario despectivo del demonio.

Él detona sorpresa. Y su reacción me obliga a pensar que no se esperaba esta clase de comportamiento.

Sé que no conozco a Blake Armstrong como para poner las manos en el fuego por él. Pero estoy segura de que mis padres no van a mentir, más cuando su conducta me compromete física y psicológicamente. Es decir, Katherin es una mujer protectora y puedo asegurar que mataría a Blake si mi vida corriera peligro.

Ella es dramática, pero escalofriante.

En conclusión, el vínculo de las almas gemelas es peligroso, por lo que tengo que ir con cuidado. Supongo que tendré que ir al hospital del reino... para seguir evacuando dudas sobre esta clase de relación. Y qué mejor opción que mi propia madre.

Observo los vendajes.

«Perdí mucha sangre.»

—Creíste que...

Las carcajadas rompen el silencio incómodo.

—¡No puedo imaginarlo!

Me exalto por el repentino estallido.

—Una humana acaba de burlarse de mí.

—Podría seguir haciéndolo —farfullo.

"Está loco de remate."

Eiden se espanta por el comportamiento impredecible de Demon. De hecho, yo también me siento así.
No obstante, le daré el beneficio de la duda, Armstrong dijo que no era malo y al parecer mis padres lo conocen. No creo que sea alguien peligroso, sino ya habría intentado lastimarme.
Aunque su comentario sobre el adulterio fue cruel, quiero decir, me sentí sin aliento por unos segundos. Pese a que ese hombre no debe rendirme cuentas y mucho menos considerarme parte de su vida privada.

—Por favor —rompo el hielo—, ya para de reír.

—Mierda —escupe—. Eres igual a Blake.

Me encojo.

Podría sorprenderme, pero honestamente comprendo que sí ese hombre es mi alma gemela somos más parecidos de lo que puedo llegar a imaginar.

—Entonces —suspiro—. ¿Cuál es la razón para que estés aquí?

—¿No estás siendo arrogante?

Mis mejillas se acaloran por la pregunta.

—¿Qué? No. Claro qué no. Yo solo quiero preguntar —avergonzada, balbuceo.

—Definitivamente, eres igual a él.

—¿Y tú quién eres? —insisto gracias al rodeo innecesario—. Dijiste que éramos familia, ¿eso es así?

Él sube los hombros. Así que, lo fulmino con la mirada.

—Te comportas como un idiota.

—¡Detente!

—¿Eh? No —niego—. Pareces un niño, por favor.

—Eres cruel.

—No hagas uso de mis palabras en mí contra.

The Alpha © NUEVA VERSIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora