Parte 1: Él es la causa de todo esto.

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Las gotas provenientes de las nubes caían como cascadas por mi rostro. Estaba completamente mojada, como si me hubiera dado una ducha con toda mi ropa puesta. El cabello se encontraba pegado en la frente, molestando como siempre. La bolsa negra que llevaba arrastrada hace rato comenzaba a hacer notar su presencia: pesaba demasiado. A la maldita pesadilla le gustaban los postres humanos al parecer. Estaba gorda, justo como yo.

Al llegar a mi sección, coloqué mi tarjeta en el cuadrado gris que se encontraba a mi izquierda, la llamábamos "la cerradura", y cuando esta provocaba un ruido extraño, algo así como un maullido de gato combinado con el feo sonido de una alarma, la gigantesca puerta de metal se abría.

Nixia, la científica de la sección, se encontraba del otro lado de la puerta impaciente. Al verme se lanzó sobre mí, y sin decir si quiera hola, tomó la bolsa y se la llevó al laboratorio.

-Buen trabajo.- dijo Nix antes de desaparecer por completo entre la multitud. Sonreí orgullosa.

Esta pesadilla me había dejado completamente sin energía, sentía que me iba a desmayar en cualquier momento. Los latidos de mi corazón se fueron tranquilizando poco a poco, hasta que alguien los volvió a activar.

-¡Pesadilla!- gritó Sabrina logrando que me sobresaltara en mi lugar.

-Sabrina, no me causa ninguna gracia.- dije conteniendo la risa que me provocaba su rostro de perrito mojado.

-Lo siento, es que me aburro. Hass te espera en su oficina, espero que no te despidan.- sonrió con malicia, tomó la bebida de alguien que pasaba y se fue caminando por los grises pasillos.

Mi jefe, Hassan Truger, eterno enamorado. Era malditamente insoportable y dificultoso la tarea de ignorarlo diariamente. Créanme, es muy difícil evitar a alguien cuando es tu jefe.

Toqué la puerta  y apareció sonriente tras abrirla de par en par, ¿qué le pasaba a la gente de hoy que estaba de buen humor? ¿Regalaron nutella o qué?

-¿Qué paso Hass?- dije enarcando una ceja.

-Nada, absolutamente nada. Solo quería verte.- acarició mi mejilla y le di un manotazo a su mano al instante. Por poco no me reía en su cara por la estúpida acción que acababa de realizar.

-Entonces me voy.- me di media vuelta, pero algo me impidió irme, Hassan me había tomado de la muñeca. Me dio vuelta y pude ver sus perfectos ojos grises observándome. Maldita sea.

-Está bien, sí, ocurre algo. Estoy muy enamorado de ti.- suspiré frustrada y volví a dar media vuelta, lista para irme de allí. Pero el pesado jefe me tomo devuelta por las muñecas.

-Suéltame.- dije enojada. El solo levanto sus dos manos inocente y  dejó que me fuera. La vida de una cazadora estaba llena de drama adolescente.

(...)

-Y entonces viene Elena y se convierte en vampiro. Pero hay una cura...- Neiva hablaba animadamente de la serie junto con Sabrina que la escuchaba con atención.

Alto. Acababan de spoilearme.

-¡Neiva!- dije tapándome los oídos.- Acabas de spoilearme.- fruncí el ceño y mis amigas comenzaron a reír. La alarma de pesadilla comenzó a sonar e interrumpió la charla sobre The Vampire Diaries.

Las tres nos levantamos de las grises sillas de un salto. Comenzamos a correr hacia el centro de armas. La pesadilla estaba atrás de las puertas de mi sección, estaba segura. Mi instinto nunca fallaba.

¿Qué clase de estúpida pesadilla era esta? Una suicida, seguramente.

Hassan abrió la puerta cuidadosamente mientras todos nos colocábamos a la defensiva, alzamos nuestras armas listos para disparar. Cuando la metálica puerta se abrió completamente, todos pudimos observar a un pequeño conejito blanco sobre el cemento de la entrada. Se escuchó un "Aw" de parte de los cazadores, eran estúpidos. 

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