Capítulo 1: ¿Matthew Conors?

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Este lunes sería un día muy importante para mí. Por fin lograría pasar de las locales, lo había intentado ya dos años seguidos pero la carismática de Chelsea me arrebataba la oportunidad, sólo que esta vez contaba con un arma secreta…intentaría pasar para la competencia en parejas, eso no sería ningún problema, salvo por el hecho de que ¿quién participaría conmigo?, ¿Marc, mi mejor amigo? No, él ya había sido asignado con Chels ¿Y qué me dicen del chico alto, de cabellera negra y tez blanca, aquel chico perfecto de ojos aceitunados y músculos de bailarín? ¡No!, el no figuraba para nada como una buena pareja, él era torpe en sus movimientos, y aunque era atractivo y carismático, prefería hacerlo sola.

Resignada a tener que concursar nuevamente sola y perder humillantemente ante Chelsea me subí a la camioneta de mi madre al salir del instituto.

—Vero, ¿sucede algo? —interrogó mi madre.

—Nada, todo perfecto—ironicé.

—Bueno, entonces no se diga más, es hora de tu última práctica ¿No estás feliz? —musitó entusiasmada, incluso más que yo, quien era la que iba a realizar la práctica no ella, pero en fin.

—Claro—fue lo único que pude decir antes de que el rugido del motor llenara todo el silencio que yacía entre nosotras.

Ya íbamos cinco minutos retrasadas —mejor— pensaba mientras nos íbamos acercando cada vez más al recinto donde estaba la pista.

La enorme cúpula que tenía por techo se hacía cada vez más visible, sus paneles en forma de rombos cristalizados ya se distinguían, las enormes puertas del estacionamiento se hacían más cercanas a ella, y qué decir de la temperatura, ya comenzaba a calarme los huesos, la dulce sensación del hielo sobre la piel. El sólo pensar en que pronto me deslizaría ahí dentro expresando todo en una rítmica interpretación hacía que el frío apenas y fuera perceptible, pero al parecer a mi madre no le causaba el mismo efecto.

Me abracé para darme calor y no comenzar a tiritar, no por la temperatura realmente, si estaba temblando era por el nerviosismo, sólo esperaba a que la entrenadora no me dijera que debía hacer la prueba para parejas, no quería darle el gusto a Chelsea—maldita rubia siliconada—pensé mientras mi mamá hacía una maniobra increíble para poder aparcar en un reducido espacio.

—Bueno pequeña, te recojo a las siete—se despidió de mí dándome un beso en la frente.

—Adiós ma—saqué la maleta con toda mi indumentaria para la práctica y caminé por el estrecho pasillo que conducía a los vestidores.

Llegué a la pequeña sala color gris — ¿acaso no tendrán unos colores…menos deprimentes?—me decía mientras abría mi casillero, el numero 523, introduje la clave y abrí el casillero para sacar el uniforme de la clase, bueno, aunque no era realmente un uniforme, sino más bien se trataba de el vestuario que requería para poder patinar ahí.

Me metí a las duchas para poder cambiarme la ropa y salir con un hermoso vestido entallado y bordado con lentejuelas en tonos rosados logrando un perfecto degradado que mi madre había conseguido para mí.

Es cierto cuando dicen que las telas son las de mejor calidad y que no en cualquier país las fabrican, de hecho, las medidas de grosor y esas cosas son oficiales de Rusia, así que mi mamá lo encargó de ahí por medio de algunos contactos de la empresa donde labora.

—Hola Vero—saludó una chica, al parecer una nueva.

Ya había pasado un año desde que no teníamos estudiantes nuevos y hacían falta hombres, sólo estaban Robert, Max y Marc, pero bueno, este último estaba prohibido como pareja para mí, pues era mi mejor amigo y eso sería extraño, extraño en todo sentido, el simple hecho de imaginarme dándole la mano para poder girar hacía que se me erizara la piel.

Corazón de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora