Aún no lograba procesar lo que había sucedido hace un día. Era demasiado difícil de creer que en verdad existieran los vampiros. A pesar de eso, él ahora era uno, y eso hacía que fuera más dificultoso asimilarlo.
No pudo conciliar el sueño en toda la noche, y tampoco sentía pesados los párpados. Parecía tener insomnio, pero le quedó claro que no era así. Incluso había tomado pastillas para dormir, las cuales no funcionaron. Y, por su nueva condición, ni siquiera las ojeras se atrevían a aparecer.
— ¿Mika? —La señora de Shindō apareció frente al rubio, ubicándose en el marco de la puerta—. ¿Estás despierto?
—Sí, mamá —respondió, irritado de algún modo.
— ¿Sucede algo? —se sentó en la cama, junto a él.
—No, no pasa nada —mintió—. ¿Y tú? ¿Cómo amaneciste?
—Excelente —respondió, ofreciendo una sonrisa, aunque estaba confundida porque su hijo nunca le preguntaba esas cosas—. ¿Vienes a desayunar?
Mikaela asintió, para luego levantarse. Su madre salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, y regalándole la privacidad necesaria para poder cambiarse de ropa. Se despojó de la camiseta blanca que se había puesto para dormir, y buscó entre su armario hasta encontrar la dichosa camisa que ocupaba para ir al colegio.
La agilidad de sus dedos había incrementado de manera increíble, por lo cual pudo abotonar más rápido. Le echó una mirada al reloj. No era tan tarde, pero tampoco muy temprano. Terminó de alistarse, y, mientras se acomodaba la corbata, tomó su bolso y se dispuso a bajar las escaleras.
La casa en la que vivía era amplia, aunque eran pocas personas. El cuarto de Mikaela era tan grande, que incluso sobraba espacio; mientras que, la habitación matrimonial era enorme comparada con esa. Pero ese cuarto ni siquiera se acercaba a la cocina o al salón principal.
Llegó al comedor, y se sentó en su puesto habitual. Habían seis sillas, de las cuales sólo ocupaban tres. Se podría decir que gran parte de la casa era de relleno. Un plato de huevos revueltos fue servido frente a él, seguido de un vaso con líquido naranja. Tomó el tenedor, y empezó a comer, tan rápido como siempre.
—Calma, nadie te va a quitar la comida. —La señora reía debido a la actitud de su hijo, siempre apresurado por la vida—. Y... ¿Terminaste tus tareas?
—Creo que sí —respondió, jugando con el tenedor. No sentía apetito, pero seguía comiendo.
— ¿Cómo te fue en detención? —se le ocurrió preguntar.
—Bien, me dejaron salir antes. —Sin dudas era doloroso mentirle a su madre, pero... ¿qué se podía hacer cuando una maestra de inglés te convertía en vampiro?
—Oh, qué bueno. Perdón si no te aconsejé sobre qué hacer, sólo que, a diferencia de ti, yo nunca estuve en detención —dijo, con aparente ironía.
—No necesitas recordármelo... —murmuró, metiéndose otro bocado.
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[Owari no Seraph] Instituto Serafín
FanfictionMikaela Shindou es un estudiante normal de instituto. Todo cambia cuando descubre que, en donde estudia, los vampiros conviven con los humanos casi a diario... y es convertido en uno. ➵ Mensaje de Nisa: Hola, primero me disculpo con todos los seguid...