Capítulo 19: "La música me encanta"

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La mañana siguiente es bastante tranquila, en el desayuno, nos dan noticias sobre las alianzas:

-La chica del 3 se unirá a vosotros, pero el chico del 9 va con los profesionales.

No son malas noticias, aunque el chico nos supondrá un problema. Empiezo por las normas de compostura, con Mags y Rigel. Rigel se sorprende al ver que puedo caminar perfectamente con unos tacones:

-Estar aquí encerrada, mata de aburrimiento. Y el aburrimiento da sus frutos.- explico.

-Bueno, algo es algo.

Se pasan las siguientes tres horas diciéndome cómo sentarme, sonreír, el tono de voz y gestos y  expresiones considerados inapropiados en el  Capitolio.  Cuando terminamos, antes de ir a comer, ambas están más que contentas:

-Estás hecha toda una señorita, Jade.- dice Mags, alegremente.

-Hacía tiempo que no tenía una chica que aprendiera tan deprisa. Si juegas bien tus encantadoras cartas, el público caerá a tus pies.- alaba Rigel, muy contenta.

En la comida, me entero que Denneb tendrá una actitud confiada y conquistadora.

Después, estoy con Finnick y Annie, preparando el contenido. Quieren que tenga actitud inocente y buena, pero que al público le dé la impresión  de letal y mordaz. Yo al principio no entiendo a qué se refieren, pero ella me hace una pequeña demostración:

-Bueno, Annie, los Vigilantes te otorgaron una puntuación muy alta. ¿Podemos saber a qué se debe?

-Oh, yo estoy muy contenta con esa calificación, -responde ella con una brillante sonrisa, que después se vuelve arrogante- y, aunque son secretas, he de decir que tengo muy buena puntería, sobre todo a blancos móviles.

Vale, ya lo he pillado. Es complicado pero termino por saber hacerlo.

Aprovecho para preguntar el porqué de llamarme siempre pequeña y Finnick me lo explica:

-Eres muy guapa, Jade, y joven, -me parece ver una connotación triste en su voz-todo esto suma a tu favor porque te dan una imagen adorable, pero a la vez sabes defenderte y luchar. Y a los patrocinadores les encantas, les haces quererte. Pero para eso hay que hacer que se encariñen contigo y si te llamamos pequeña, Caesar también lo hará y por tanto, el público quedará prendado de ti.

Vale, ya lo he pillado. Es complicado pero termino por hacerlo. Quedan muy contentos conmigo y a Annie le parezco encantadora de por mí. Me cae bien. En realidad, no está loca, por lo que tengo entendido, tiene ataques puntuales de histeria y vuelve al pasado, pero el Capitolio cree (y hace creer) lo contrario.

Llega la hora de prepararme. Me ducho y me pongo una fina bata mientras dejo que el equipo de preparación se encargue de mi imagen. Me moldean el pelo en anchos tirabuzones, recogiéndolo como el día de la cosecha. Recubren mis pestañas de purpurina, los labios lucen un tono bastante natural, resaltados tan solo con algo de brillo y me han puesto unos cristales azulados en una línea que sale de los extremos de mis ojos. El vestido es un palabra de honor en escote corazón, hasta la cintura con un efecto algas, verdes y brillantes, que reflejan la luz y la parte de la falda se compone de rosas que forman una ola de color, empezando por el verde, pasando por los azules y terminando con los blancos. En movimiento, queda realmente bien. Llega la hora de los tacones. Son bastante altos, pero camino bien con ellos. Me han colocado una flor de hibisco de cristales de colores y perlas sobre la oreja izquierda, en las muñecas, en lugar de pesados brazaletes, me han dibujado con detalles en perlas y por la parte interior del tobillo tengo un ancla que Noora se ha encargado de hacer con pinturas metalizadas y brillantes.

-Es para cuando te sientes. Cruza los tobillos como te han enseñado y será más que visible.- explica Atenia. Me ponen el colgante y salgo acompañada de Rigel. 

Caesar Flickerman parece simpático, se esfuerza para que nos sintamos cómodos, encandila al público y no pierde la sonrisa. Lleva el pelo y el maquillaje de color verde-agua y su traje tiene diamantes incrustados en hombros y puños. Van pasando los tributos que tenemos delante, hasta que, oigo mi nombre y Denneb me empuja (literal, pero suavemente) al escenario.

Camino con paso seguro hasta sentarme frente a él, que me espera con una sonrisa.

-Damas y caballeros, he aquí la piedra preciosa del distrito 4, la camaleónica sirena: Jade Swallow.-el público estalla en aplausos y yo me siento, con el tobillo tal y como me han dicho-  Vaya, la cámara no engaña señores, estoy ante una joven belleza. Y muy valiente además. Pocas veces había visto a una jovencita de tu edad asistir con tanto aplomo al escenario. ¿Qué fue lo que pensabas en esos momentos?

-La verdad es que estaba sorprendida, y por qué no decirlo, algo asustada.- dedico una de mis mejores sonrisas y continúo.- Pero una vez te das cuenta de que está pasando, no tienes más remedio que ser fuerte para ganar.

-Sí, tienes toda la razón. Bueno, obtuviste una puntuación muy alta, ¿cuál dirías que es tu punto fuerte, además de tu visible encanto?

-Soy bastante lista, aunque lo que me hace realmente fuerte, es que mantengo la cabeza fría en los momentos difíciles, así que les será difícil atraparme.

-Desde luego que sí, Jade. La verdad es que eres una chica muy misteriosa, una caja de sorpresas diría yo.-el público ovaciona.- Así que, debes de tener a los chicos de tu distritos locos por ti.

-No, en realidad no.-sonrío tímidamente.

-Bueno, en ese caso, pronto aparecerá el adecuado, y si ganases, el Capitolio está lleno de chicos que ya se  mueren por ser tus pretendientes- me guiña un ojo y tras tomar aire, prosigue.- Me gustaría que nos aclarases una duda que todos nos hemos planteado, ¿qué es lo que te motiva para ganar? ¿Son la fama y la fortuna?

-Oh no, la verdad.- suelto una risita encantadora- Quiero decir, la fama, la fortuna y la vida del Capitolio son más que tentadoras desde luego. ¿Quién no querría vivir así? ¿Rodeada de esta gente tan maravillosa? -señalo a mi alrededor, el público enloquece ante mi disimulada mentira.- Pero el verdadero motivo, el que me da valor y coraje, es mi familia. Me esperan en casa para la boda de mi hermana.

-Wow, entonces si ganases los Juegos, les darías una gran alegría.

-No exactamente, Denneb es el hermano de su prometido.-bajo la vista, apenada.

-Todo tiene solución señorita Swallow.- me pone una mano en la pierna apoyándome.- Bueno, lamentándolo mucho, ha llegado la hora de nuestra última pregunta: ¿Qué es lo que más te ha gustado del Capitolio?

Me tomo un momento para pensarlo y finalmente respondo:

-La música, me encanta. Es distinta a la tradicional que escuchamos en mi distrito. Cantarla, la letra, la melodía, todo es… mágico.

-Entonces, debe encantarte bailar.

-¿Bailar?-finjo una risita.- Yo no sé bailar. Apenas domino la danza tradicional del 4.

-Vaya, bueno, damas y caballeros supongo que tendremos que darle una lección rápida, ¿no creen? No puede ir a la Arena sin haber aprendido a bailar -los ciudadanos corean un rotundo sí y aplauden, frenéticos.

Yo me muestro algo reacia, pero Caesar se pone ante mí y me ofrece su mano.

-Supongo, que no serviría de nada decir que no.- sonrío y acepto su invitación.

Su mano en mi cintura, la mía en su hombro, nos movemos poco a poco, despacio y al mismo compás, entre los aplausos histéricos del público. Alguien tira una rosa y Caesar me la da.

Estoy terminando una vuelta cuando suena el pitido que indica el final y Flickerman me despide:

-Espero poder echar otro baile contigo muy pronto, mi querida Jade. Y de parte de todos, te deseamos lo mejor.- sonríe y abandono el escenario tras una reverencia, entre gritos, ovaciones y aplausos.

Fanfic de The Hunger Games: ~Incontrolable como el oleaje~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora