Amado DIOS:
Lamento el tiempo perdido,
pero hoy decidí escribirte,
¡perdóname!,
me humillo ante ti,
nuevamente perdóname.
Lamento haberte postergado,
por dedicarme a mis cosas,
hoy más que nunca necesito que me restaures,
vuelvo a darte todo mi amor,
vuelvo a entregarte mis palabras,
vuelvo a decirte te amo,
que tu Santo Espíritu hable
ante un millón de ¿por qué?
Una alma mortal
