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Habías encargado una orden judicial contra mí, no querías que me acercara ni a ti, ni a las niñas. También querías el divorcio.

Pero tú no tenías pruebas, no, no podías alejarme de mis hijas.

"—Señoría, ¿cómo encuentra este caso? —le preguntó mi abogado al juez.

—Yo se las veo de perder —respondió".

Ahora mismo estamos en un descanso, y ya sé que haré. Me libraré de ti, y ya no podrás hacer nada contra mí.

Tan sólo espera.

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