Capítulo 1

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Me tomó por la cintura y me arrastró por toda la habitación, yo gritaba como loca pero nadie podía escucharme.

-Eso! Grita más... llename de placer niña.- Dijo él.

Grité más fuerte cuando me lanzó contra la pared y ví que sacó su enorme cuchillo de carnicero. Sus pasos eran lentos pero firmes, cada vez se fue acercando más a mi hasta tenerme frente a él. Sus ojos desprendían gran sed de sangre.

-Noo! Por favor no, no me mates, no te he hecho nada, te lo suplico por favor.- Le dije hecha un mar de lágrimas.

No dijo nada, simplemente apareció una sonrisa sádica en su cara; siento como el metal acaricia mi piel,pronto, siento un ardor en mi pecho izquierdo, un hilo de sangre recorre mi piel.

-Te haré mía, sin importar lo que tenga que pasar....- Dice él con la sonrisa sádica que le caracteriza.

[...]

Desperté sudando y con la respiración entrecortada, me era imposible creer que fue una pesadilla, cuando todo esto se sintió tan real. No he podido dejar de pensar en eso desde que asesinaron a Rachele, mi mejor amiga.

Últimamente se han dado reportes de los crímenes cometidos por el asesino, éstos sólo tienen algo en común, y es la marca que deja en cada una de sus víctimas: Una estrella en la mitad de la espalda.

Lo único que he podido ver en las fotos que han reportado en las noticias son algunos rasgos de la cara del asesino, ya que lleva una máscara que le deja ver simplemente los rojos labios carnosos y sus ojos color verde.

Aún recuerdo los reportajes del asesinato de mi amiga Rachele, uno de los más atroces que pude evidenciar, con su cuerpo bañado en sangre y finos cortes cerca de su clavícula, todo su cuerpo fue incinerado. Fue difícil para mi, es difícil acostumbrarme a la idea de ya no tenerla más cerca de mi, pues fue la hermana que nunca tuve.

Rachel era hija única, una gran chica de ciudad, sus padres siempre estaban de viaje. Por lo que se podrán imaginar compartió muy poco tiempo con ellos, aún recuerdo como yo miraba a su madre el día del entierro, ella lloraba y suplicaba por ella, como si sólo con llorar arreglará las cosas, no compartió tiempo con ella, tampoco era que la quisiera.

[...]

Me levanté de mi cama con algo de cansancio, me dirigí hacia el baño, me coloqué al frente del espejo y el lava manos, en el espejo me podía ver, mi cabello negro algo enmarañado, mi fina piel Blanca y mis ojos verdes, no sé de quién los saque, no conozco a mis verdaderos padres ya que soy adoptada.

Ya una vez termine, salí del baño con la intención de volver a dormir, aunque no pude ya que me estaban llamando para que bajará a desayunar.

Con cansancio baje, no quiero saber de nada y de nadie, no me interesa nada, por dentro me siento mal.

Me senté en la mesa y comencé a comer, mis padres me miraron sorprendidos, los miré a los ojos y pregunte.

-¿Qué pasa?

-Tu rostro querida- apuntó mi madre.

-¿Qué tengo?- pregunte algo preocupada.

-Tienes un raspón cerca a tu cuello- respondió levantándose rápidamente de la mesa - voy por algo para curarte.

Toqué la parte en la que había dicho, era verdad, sentí un fino corte, pero ¿cómo?, me había mirado al espejo y no vi nada, no tiene sentido.

Mamá me limpió y puso una cura para tapar el corte, sigo sin entender como es que resultó ahí.

Terminé de desayunar y subí a arreglarme, hoy tengo que ir al Instituto, el cual odio con todo mi ser, sin Rachel va a ser complicado. En el Instituto no es que me caracterice por ser la chica buena y dulce, soy una asocial a la que todo le da igual.

Tras Las Huellas De Su Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora