Capítulo 1

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Hinata se había sentido bastante desanimado, pues últimamente notaba lo distante que estaba su compañero, Kageyama, con todo el equipo. Pero sobre todo con el. Y cada vez que intentaba hablarle éste se escapaba antes de que tuviera la oportunidad de poder decirle algo.

Y esto le enfurecía, mucho.

Así, poco a poco, fueron dejando de hablarse como solían hacerlo. A tal punto de que Kageyama pasaba por al lado suyo sin dirigirle siquiera la mirada.

Silencio.

Hasta ahora, eso era lo único que provenía de el pelinegro.

En las prácticas incluso, notó que Tobio dudó al momento de levantarle el balón, porque a pesar de utilizar toda su energía en ese salto, su mano nunca logró golpear nada.

Eso lo dejó con un sabor muy amargo en la boca. Cuando aterrizó y se volvió a mirar, sólo pudo ver como el balón iba dirigido hacia a otra persona.

No se alteró, porque después de todo el era la carnada. Aunque, al finalizar la práctica, Kageyama no le había pasado el balón ni una sola vez.

Ya era oficial, lo estaba ignorando.

Por lo tanto, es de entender si la carnada se siente enojada por esto.

Intentó convencer al pelinegro en hacer las cosas habituales que siempre hacían juntos: Trató de comer con él, practicar, lo desafió a una carrera, compartió bollos de carne con él, y ahora iban camino a sus hogares juntos.

Sin embargo, seguía sin emitir palabra alguna con Hinata. Kageyama simplemente caminaba unos pasos más adelante del menor, quien al ver esto, se sintió como si le hubieran tirado un balde de agua fría. Pero no le importó, Hinata mantenía la cabeza en alto, tal vez su compañero podría haber tenido un mal día. Con eso en mente, se convenció a sí mismo de que todo volvería a la normalidad al día siguiente.

Pero ese "día siguiente" pasó volando, y nada volvió a la normalidad, ni al día siguiente. O el siguiente. Y el siguiente.

-"¡Kageyama!"- Hinata lo llamó un día-"¡Carrera hasta el gimnasio!"-
Y sin esperar la respuesta del otro, se adelantó, corriendo a un ritmo veloz, como solían hacer siempre. Pero cuando miró hacia atrás, Kageyama no corría tras él.

También cambiaron otras costumbres:

-"Kageyama, ¿Cómo era el texto?"- Le preguntó, pero fue completamente ignorado.

De nuevo.
...

-"Kageyama! ¡Vamos a almorzar juntos!"- Dijo, pero este lo empujó.

Otra vez.
...
-"¡Kageyama, levántala para mi!"- Al final, sus gritos fueron ignorados.

De nuevo.
...

-"¡Kageyama, volvamos a casa juntos!"- Pero el nombrado ya se estaba marchando sin el pelirrojo.

Mientras veía su espalda alejarse notó como la distancia entre ellos crecía con cada paso que el más alto daba.

De nuevo.

¿Cuánto más esto iba a continuar?

Los días se convirtieron en semanas, y Hinata se dio cuenta de que esto, de hecho, no era un error. No era porque había tenido un mal día, o algo así. Lo hacia a propósito. Kageyama lo ignoraba. Y los demás miembros del club al parecer también lo habían notado. La distancia entre ellos tuvo un gran impacto en su entrenamiento, hasta el punto en el que Daichi habló con con el mayor, aconsejándole que le dé a Hinata al menos un pase.

Kageyama obedeció a la orden, y por primera vez en esa semana, obtuvo lo que quería. Sin embargo, seguía ignorándolo fuera de las prácticas.

Todo su esfuerzo para que volviera a hablar con él como antes... ¿No había servido para nada?

Ese DíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora