-Lorenzo, hace diez minutos que te estoy esperando en el despacho de Luca, ¿es que no te lo han dicho?
Habló en tono tranquilo. Profesional. Expuso los hechos y demandó una explicación acerca de la ausencia de Lorenzo, ni más ni menos.
Scarlett Gibson se sentía frustrada y deseaba estirar del lazo de color rosa que adornaba la cola de cabello con la que había recogido su melena morena, y eso la irritaba. Hacia cinco años que no veía a Lorenzo y, durante los dos meses siguientes, tendría que trabajar con él. Había tenido la esperanza de poder hacerlo sin que nada referente a él le importase. Al fin y al cabo, se había visto obligada a acostumbrarse a esa situación después de que él le hubiese roto el corazón, cinco años antes.
Si se había convertido en una importante asesora financiera en Australia, no había sido perdiendo el control a la primera de cambio. Había vuelto a Italia para ayudar a su tío Luca con el restaurante, Rosa, y no estaba dispuesta a que el chef cuestionase su autoridad el primer día de trabajo.
Lorenzo era delgado y fibroso, y en esos momentos le estaba dando la espalda. Iba vestido con camisa, pantalones y zapatos negros. ¿Seguiría llevando el medallon de oro? En realidad, le daba igual.
Miró a su alrededor en la cocina y empezó a darse cuenta de muchas cosas. El olor a chocolate fundido se mezclaba con el delicioso aroma del pan relleno de tomate y hierba, cebolla, ajo y aceitunas. Notó una sensación extraña en el estómago y se dijo que tendría que tener cuidado si no quería pasarse los dos meses siguientes comiendo.
En cualquier caso, aquella sensación no tenía nada que ver con Lorenzo. Además de él, había tres ayudante de cocina trabajando. Una mujer de unos treinta años y dos hombres. Se había encontrado con la mujer nada más llegar al restaurante y le había perdido que le dijese a Lorenzo que quería verlo lo antes posible en el despacho de Luca.
La mujer levantó la vista y, a juzgar por su expresión, Scarlett supuso que le había dado su recado a Lorenzo.
¿Así que ese era el juego de Lorenzo Nesta?
Era cierto que parecía estar muy concentrado en su trabajo y, si, en la cocina había bastante movimiento en eso momentos, pero todavía era temprano y faltaba mucho tiempo para la hora de la comida. Lorenzo podía dejar solos a sus ayudantes a esa hora del día y dedicarle a ella el tiempo que necesitaba.
Scarlett frunció el ceño. Si Lorenzo pensaba que iba a andar detrás de él cada vez que quisiera decirle algo, tendría que darle una lección para que se diese cuenta de quién mandaba en aquel restaurante. El jefe allí era Luca. Su tío era el dueño, pero le había pedido a ella que tomase el mando mientras estuviese allí.
Su prima Isabella había estado al frente del restaurante durante mucho tiempo, pero en esos momentos había agradecido poder ocupar un segundo plano y así centrarse en la relación que tenía con su novio, el príncipe Maximiliano Di Rossi.
Así que en esos momentos era Scarlett quién dirigía el negocio.
Y después de ella estaba el chef y ayudantes de dirección, Lorenzo Nesta. En otras palabras, ¡ella era su jefa!
Sacudió la cabeza con decisión y sólo consiguió que un mechón de pelo se le escapase de la coleta.
Se lo apartó de la cara y centró la mirada en los anchos hombros de Lorenzo.
Éste se giró de cintura para arriba y la miró por encima del hombro.
-Un minuto.
-¿Uno más?
ESTÁS LEYENDO
Cinco Años Después
RandomScarlett había vuelto a Italia para levantar Rosa, el restaurante de su tío, y se quedó sorprendida al ver que iba a ser jefe del hombre al que una vez había amado y perdido. Nada más oír el familiar repiqueteo de unos tacones en el suelo de piedra...