Por fin había llegado el fin de semana. El último trimestre siempre era el más largo: el sol se filtraba a través de los gruesos cristales que nos separaban de la libertad, y cada vez se hacía más difícil prestar atención y no pensar en como sería el esperado verano.
Había conseguido un DNI para poder salir el viernes. Mónica, una amiga que hice hace unos años en un campamento de verano, solía prestármelo para algunas fiestas. Ella ya estaba en la universidad y no siempre podía salir, era entonces cuando me llamaba.
-Papá, este viernes Clara celebra su cumpleaños y ha organizado una fiesta de pijamas. ¿Puedo ir?
Esa era la escusa más recurrente, aunque tenía que ir cambiando el nombre de la cumpleañera. Para no cometer errores, apuntaba en mi agenda los cumpleaños ficticios y en ocasiones "inventaba amigas". Lo que hiciese falta con tal de poder salir, pero esta vez no salió como me esperaba.
-Cariño, ya te dije que este viernes es nuestro aniversario y alguien se tiene que quedar con Alba.
-¿No se puede quedar Dani?
- Es que casualmente Dani también tiene un cumpleaños este viernes.
¿Casualmente?, pensé para mi. El muy astuto había sido más rápido esta vez y me había cargado el muerto. Él y yo íbamos a tener una larga charla, yo no me iba a quedar sin fiesta.