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La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe
"Sigmund Freud"

Pasaron los dos meses de prueba del contrato de Stiles, y estaba claro que los pasaría satisfactoriamente. Y así fue.

En el instituto, la asignatura favorita de todos era arte. El profesor Stilinski la impartía de tal forma que cualquiera podía ser artista, hasta el chico más negado para el arte. Jamás le diría a ninguno de sus alumnos que no podría conseguir algo: él les instaba a seguir, y no había niño que no contara las horas para entrar en sus clases. Un atuendo peculiar para un profesor: gafas de pasta, ojos enormes marrones, pelo castaño y tez pálida. Que no vistiera ropa que lo hiciera parecer lo que era, un profesor, no era lo que importaba hablando de arte, lo que cuenta es la paleta de colores que tengas en el alma, y Stiles tenía todo el espectro visible.

En el lado contrario de la ecuación se encontraba Derek Hale. No sólo era severo con sus alumnos, que solían temerlo y no querían ni siquiera respirar más alto de lo normal, sino que hasta los profesores lo temían. Había descubierto en aquellos dos meses que el que más le hablaba era Stiles. Ni siquiera John le hablaba tanto.

Otros compañeros de profesión, cuando le hablaban un par de veces y no recibían respuesta decidían ignorarlo y le dejaban de hablar, ya que nadie quería que un tío de metro noventa le gruñera por respuesta, más por miedo a que se le cruzaran los cables y los usara de saco de boxeo. Pero el profesor de arte rozaba la desesperación. No había mañana en la que no le diera los buenos días, y si alguna vez no coincidían, Stiles iba expresamente a saludarlo al gimnasio. Era desesperantemente tierno, muy cordial, cuando Derek jamás había dado muestras de querer entablar una amistad con él.

Ya habían sido un par de veces en las que el castaño y la secretaria habían ido a tomar algo después del trabajo, y no había vez que Stiles no invitara al moreno a ir con ellos. Pero él siempre rechazaba la invitación, aunque realmente tenía ganas de ir a divertirse con ellos, y sobre todo, oír más tonterías de las que salían de la boca del profesor de arte.

Porque aunque no quería demostrárselo, le hacían gracia sus bromas. Hacía mucho que no le pasaba aquello de reírse de las estupideces que le contaban, pero con Stiles se le olvidaba su fachada, y más con sus chistes que carecían de gracia para cualquier ser humano, y que tan sólo por la cara del castaño, valía la pena escuchar.

Luego entraban en el mundo del humor negro, en el que a pesar de estar en un instituto y no deber, de vez en cuando se le escapaba una broma de aquel estilo, y Derek tenía problemas para fingir indiferencia.

—Sé que te ha hecho gracia, amargado —le decía el profesor de arte siempre que lo veía irse de la habitación cuando decía las bromas, intentando ocultar su risa.

Porque aquello era otra cosa, Stiles le había puesto un mote. Le dejaba llamarle amargado porque sabía que se lo decía con cariño, o al menos eso quería pensar. Nunca había oído ni una mala palabra por parte de aquel profesor a pesar de sus contestaciones bordes y cortantes, y simplemente él seguía insistiendo, como si el insulto que había soltado o la frase de "déjame en paz" no hubiera sido para él.

Pero Stiles nunca se rindió. Quería sacarle una sonrisa a aquel tipo tan sumamente amargado. Quería descubrir la paleta de colores que representaba aquella persona tan tremendamente cerrada. No sabía a qué se debería tanto rencor acumulado, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera por satisfacer su curiosidad. Había pasado de seguir invitándolo a tomar cervezas en su piso en vista a que nunca aceptaba, y había optado por otra táctica. Lo había invitado varias veces a exposiciones de arte, por si había algo de color en ese pozo negro con toques verdes de sus ojos. Pero nada, siempre rechazaba las invitaciones.

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