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El arte más poderoso de la vida es hacer del dolor un talismán que cura. Una mariposa renace florecida en fiesta de colores
"Frida Kahlo"

Era la primera vez que dormía tan cómodamente y de un tirón, sin sueños y ninguna pesadilla. Se sentía como en una nube, tan estúpidamente cómodo que era una ofensa aquel ruido que lo sacaba de su somnolencia. Gruñó frunciendo el ceño al notar que lo zarandeaban, y abrió un ojo perezosamente, en busca de quien lo estaba molestando.

Se encontró con el rostro somnoliento de Stiles, que sonreía de medio lado ante aquella visión del moreno tan relajado, placer que nunca había tenido el gusto de observar. Estaba en su hábitat, y se pasaría toda la vida mirándolo.

Derek miró el despertador junto a la cama y lo apagó, viendo que eran apenas las seis de la mañana, pero debían ponerse en marcha temprano para estar en Reno a la hora de la exposición. Se quejó por tener que levantarse, ya que el cómodo enredo en el que estaban sus piernas con las de Stiles se le antojaba tan dulce que si por él fuera seguiría metido en la cama todo el día.

—No te veo con muchas ganas de levantarte —murmuró el castaño con el pelo totalmente despeinado, rodando sobre sí mismo y apoyando la barbilla en el pecho de Derek.

—Contigo aquí no me apetece nada salir de la cama —confesó el otro, sonriendo—. Eres una buena imagen para despertar, ¿lo sabías?

—Digo lo mismo, estas tremendamente guapo con esa cara de sueño —repuso Stiles alzándose levemente y besándolo con pausa, separándose a los segundos—. Mierda, debo tener un aliento horrible.

—El mío tampoco debe ser muy agradable —comentó Derek, apretando el brazo en la cintura del castaño para volver a acercarlo a sus labios, besándolo una vez más.

Suspiró contra sus labios, profundizando el beso de buenos días que había estado deseando durante tanto tiempo, y que ahora lo tenía entre sus brazos, sólo para él.

Las manos de Derek se plantaron en su espalda, subiendo una de ellas hasta su pelo, enredándola entre sus mechones castaños, ahondando el contacto y haciéndolo jadear ante la presión que sentía en su pierna, y sonrió ante aquello, ganándose un mohín de Stiles.

—No te rías de mi problema —dijo el profesor de arte sacándole la lengua.

—Es un problema bastante entretenido de solucionar, ¿sabes?

—¿Cuánto se tarda de aquí a Reno? —preguntó mordiéndose el labio inferior. Derek miró una vez más el reloj y sonrió, volviendo su mirada a Stiles.

—Aún podemos entretenernos un ratito más, ¿qué es lo que propones? —repuso el moreno con expresión divertida.

—Pensaba en una solución a mi problema como ayer.

—Entonces no se hable más.

Lo volvió a besar con lentitud, acelerando en medio del beso, echándose sobre él y dejando a Stiles sobre la cama totalmente indefenso ante las caricias de Derek. Sus rugosas manos subían y bajaban por su cuerpo, haciéndole suspirar por el contacto y la presión que ejercían en sus costados.

—Dios... cada vez te deseo más —murmuró Stiles contemplando el rostro de Derek, embebiéndose de cada uno de los detalles que tenía frente a él, como si contemplara el cuadro más bello que podía ver el ojo humano.

—Soy todo tuyo —repuso el moreno dándole un pequeño beso, apartándose para verlo mejor—, llevo deseándote tanto tiempo que me parece ridículo todo el tiempo que hemos pasado el uno sin el otro.

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