8

6K 446 333
                                    

El arte es el mediador de lo inexpresable
"Johann Wolfgang von Goethe"

La vuelta a la rutina, a su parecer, fue una horrible tortura. Tan sólo deseaba volver a encerrarse en casa de Derek y dejar pasar las horas con el moreno, aunque fuera sólo mirando el techo, pero nunca su tiempo libre había sido tan tremendamente entretenido.

Y es que aún tenían muchas cosas que contarse el uno al otro, y parecía que nunca tendrían suficiente tiempo para expresarlas todas.

Habían acordado mantener las distancias en el instituto, y entre semana limitarse a verse tan sólo para cenar o tomar un café, porque ambos sabían que si empezaban a dormir juntos se les iban a pegar las sábanas.

Las manos le cosquilleaban cuando no tocaba la piel de Derek, y aquello no era ni medio normal. Le encantaba sentirse así de enamorado del moreno, pero le daba un miedo atroz que fuera el único que llegaba a aquel nivel, aunque por el entusiasmo que mostraba Derek, no era sólo de él el no poder dejar de tocar el cuerpo del otro.

El acuerdo de no dormir juntos lo rompieron al tercer día de rutina. Se habían enredado en el sofá del castaño, literalmente, porque en una pelea entre risas, Stiles había hecho algo parecido a una llave con sus piernas, inmovilizando a Derek entre ellas, cosa que no disgustaba a ninguno de los dos.

Sonó la alarma del móvil, indicándoles que ya era hora de que cada uno volviera a su nido, pero Stiles parecía no querer dejarlo salir de entre sus piernas. Aquel pensamiento hizo reír al moreno, que se inclinó para besar al que se encontraba bajo su cuerpo.

—Es hora de que me vaya —murmuró en voz baja y casi sin separarse de su boca para besarlo de nuevo.

—No tienes por qué irte a tu casa —dijo quejumbrosamente pasándole los brazos por el cuello.

—Mañana tenemos que dar clase y no es que durmamos mucho cuando te quedas en mi casa —repuso Derek divertido.

—Bueno, quédate a dormir y nos vamos a la cama ya, sin excusas, y dormimos.

—Dormimos —repitió el moreno enarcando una ceja.

—¡Oh vamos! Si te vas a tu casa no íbamos a hacer nada, quiero que te quedes y al menos durmamos juntos, ¿es que el romanticismo ha muerto? ¿Si no follamos no te quedas a dormir? —preguntó haciendo un pequeño mohín.

—¿Pero qué tonterías dices? —inquirió de mal humor—. No digas más estupideces de lo normal, anda. Mi cara de incredulidad era porque no creo que si me quedo sólo durmamos. Por supuesto que me quiero quedar, por descontado, pero mañana tengo que hacer el test de Cooper a los de primero y me gusta correr con ellos, y si no duermo voy a estar reventado.

—Bueno pues... hagamos un acuerdo.

—¿Quieres romper el primer acuerdo haciendo un segundo acuerdo?

—Exacto —dijo dándole con el índice en la nariz, y riendo de buen humor.

—A ver, sorpréndeme. Y libérame, que tus piernas aprietan para no tener fuerza en ellas.

—Calla, señorito soy profesor de gimnasia y estoy endiabladamente bueno.

—Noto la envidia en tu tono de voz.

—Al revés, me encanta que mi novio esté tan absurdamente potente. —Derek puso los ojos en blanco y se echó a reír, sentándose con normalidad en el sofá, pero Stiles se colocó a horcajadas mirándolo. El moreno le colocó las gafas y le dio un pico.

—Bien, empieza.

—Te dije que no íbamos a follar, no sé qué quieres que empiece.

—¡Con lo que tienes que decirme, vicioso! Siempre pensando en lo mismo. —Stiles hizo un cómico mohín y el moreno le sonrió de medio lado.

CanvasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora