Cuarta Parte (final):

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   Alzó sus caderas una vez más, para luego dejarse caer con fuerza hasta enterrarse hasta el fondo del todo en su interior, provocando que ambas pelvis chocasen de nuevo. Repitió los movimientos varias veces más, cada vez con más velocidad, sumergiéndose una y otra vez en la cálida y acogedora cavidad de Jane.

   Ésta acogía las embestidas con mucho gusto, disfrutando del momento. Sus talones descansaban sobre las desnudas y firmes nalgas de Max. Sus brazos que seguían esposados en el cabezal, se agitaban bajo los empujones que ejercía el hombre sobre ella.

    Ambos estaban con las pieles perladas en sudor, acalorados y jadeantes. Sus respiraciones trabajosas estaban agitadas. Apenas podían susurrar algo más que no fuera un <<Oh, sí, no pares>> o <<esto se siente tan jodidamente bien nena>>.

   Los minutos se sucedían sin pausa alguna, las arremetidas cada vez eran más frenéticas, los ritmos cardiacos estaban a niveles peligrosamente altos. Las hormonas estaban extremadamente revolucionadas y el nudo de tensión sexual que se habían formado en ambos ardientes cuerpos, estaba a punto de desatarse en una explosión que los dejaría a los dos flotando en las nubes; y así fue, tras veinte minutos de toma que te dale, compartiendo fluidos, besos, caricias y palabras susurrantes, llegó el clímax pisando fuerte. Los dos lo abrazaron con fuerza y se dejaron llevar por la espiral de placer que los engullían.

   En cuanto descendieron del cielo, los amantes quedaron exhaustos, con las frentes apoyadas la una en la otra y con los rescoldos del orgasmo, todavía fluyendo por sus desnudos y ahora satisfechos cuerpos.

    —¡Oh, Dios! —exclamó Jane, con la voz agitada—. ¡Ha sido maravilloso!

   —Ni que lo digas... —afirmó Max, besando sus labios una vez más. Cuando dejó de beber de ellos, añadió—: Esto tenemos que repetirlo...

   La miró a los ojos, sin saber qué diría ella al respecto. Una cosa era quedar para follar, y luego <<si te he visto, no me acuerdo>>, cada uno para su casa, ¡y listo! Pero otra bien distinta sería repetir... Eso bien se podría considerar una relación... De qué tipo, sexual o algo más serio, no lo sabía, todavía era pronto para saberlo. Además, se acababan de conocer y aún no sabían mucho el uno del otro. Si ella lo rechazaba, entonces la dejaría ir y no la molestaría nunca más, pues si volvía a repetir de nuevo la experiencia orgásmica y placentera que acababa de vivir, seguro que acabaría enganchado a ella y a su sublime cuerpo como un drogadicto y querría más, y más... y no se conformaría con menos. O aceptaba tener algo entre los dos, o en ese momento se acaba lo que fuera que se había formado entre ellos; Jane tenía la última palabra.

   Jane lo miró incrédula. No sabía qué responderle. No había pensado en eso... En verdad, no había pensado en nada. Se había dejado arrastrar por las ganas de echar un polvo con ese hombretón que tan caliente la ponía, que no se había parado a pensar en el después... Tenía que reconocer que lo que había visto de él, le gustaba... y mucho. Pero no estaba segura de nada... ¿Y si se acababa enamorando de él y luego la abandonaba cuando éste se hartase por que solamente ansiaba de ella su cuerpo? Ella no quería ser la amante de nadie, quería una relación con futuro... No esperaba que Max aceptara así sin más algo serio con ella, pero sí quería saber si él estaría de acuerdo y dispuesto en al menos intentarlo...

    —Max... yo... —lo notó ponerse tenso. Su mandíbula la tenía ahora cerrada con fuerza—. La verdad es que me gustaría repetirlo y más de una vez...

   —Pero... —dijo él, saliendo y quitándose de encima de ella con lentitud. Jane sintió un vacío al no sentirlo ahora dentro.

   —No quisiera que me tomaras por lo que no soy —susurró. Tenía la mirada baja, pues no tenía el valor de afrontar la suya—. Lo que he hecho hoy ha sido algo excepcional, no voy por ahí acostándome con el primero que me encuentro.

Pasión DesenfrenadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora