Me sentí asombrada por esa breve muestra de dominación del Profesor. Cosa extraña en el tímido académico. Hasta me pareció percibir una mirada siniestra y lujuriosa en su rostro, pero finalmente me despreocupé del asunto, me despedí del Profesor con un fogoso beso de lengua, me coloqué la mochila de Hello Kitty en el hombro, y partí a mi casa a decirle la excusa planeada a mis padres…Bajé de mi bicicleta y me adentré en el jardín del Profe, y toqué a su puerta mientras alisaba las arrugas en mi falda de cuadros. El Profe abrió y me miró de arriba abajo sonriente y yo fingí inocencia…
—Has llegado tarde, Laurita —dijo y puso gruesos cerrojos en la puerta justo después de que entré. —Y tu indisciplina tiene un precio…
—¡Ay Profe! ¡No sea payaso! —descarté, pero justo entonces percibí su sádica mirada mientras extraía una enorme regla de madera.
—Ponte de rodillas —ordenó, y en principio titubeé —¡Ya mismo!
—Pero Profe…
—No toleró la indisciplina —dijo flagelándome los glúteos con la regla y provocándome un intenso dolor pero, curiosamente, también una cierta sensación erótica, así que obedecía y me puse de rodillas. El Profe me acarició el cabello y luego aferró mi mentón con su mano derecha y dijo: —Ahora conocerás lo que es una verdadera clase de arte. Del arte del erotismo sexual… y de la dominación… extiende tus manos… —obedecí y me propinó tres golpes fuertes en los antebrazos— eso es por llegar tarde. ¿Volverás a ser impuntual?
—No —dije temerosa pero excitada y me propinó un nuevo reglazo aduciendo:
—Dirígete a mí siempre como amo ó como profe. ¿Has comprendido?
—Sí… amo…
Tras esto, el Profe puso las reglas claras; yo era su esclava y debía responderle con absoluta sumisión. Satisfacer cada una de sus órdenes y hacer todo lo que me pidiera. La desobediencia se pagaba caro…
Por eso, aún de rodillas, me hizo proporcionarle un sexo oral. Introduje su pene en mi boca y procedí a lamerlo de la mejor forma posible, y él me indicaba con leves reglazos en la cabeza si hacia algo incorrectamente.
—Coloca tus brazos hacia atrás —me dijo y obedecí, tras lo cual me encadenó las muñecas con duras esposas— mantén la espalda firme. Ahora te colocaré esta mordaza —dijo y cumplió su palabra, tras lo cual, se contentó con observarme en esa incómoda posición varios minutos, y me golpeaba si flaqueaba en mi pose, pero finalmente colapsé y caí sobre el suelo. —Has sido una niña mala, Laurita, tendré que proporcionarte un castigo…
Así, el Profe me colocó sobre su regazo, boca abajo, y me subió la falda, bajó mi ropa interior de seda rosada, y me nalgueó veintiuna veces hasta que me provocó exóticos gemidos.
Después de eso me colocó una correa y me ató a la mesa de la cocina, me sirvió comida y agua en comederos de perro y me quitó la mordaza ordenándome que me alimentara bien, porque iba a necesitar la energía.
Después de comer, me colocó sobre el suelo encadenada, con una venda en los ojos y con la correa en el cuello y se fue a comer y dormir durante horas. Regresó algunas horas después y dijo:
—Ahora si, vamos en serio…
ESTÁS LEYENDO
La Indisciplinada Laura
Mystery / ThrillerContenido erótico, se recomienda discreción al lector.