Historias En Español

La magia a las doce de la noche

Son las 11:58 de la noche, solo se escucha el viento pasar en la cara de la humanidad, proclamando que es libre, se ve a un hombre en una esquina encendiendo un cigarrillo, solitario, pero acompañado de su sombra, esa sombra que sabe lo que acontece. 11:59, caen gotas esporádica-mente en el suelo anunciando una lavada de almas muy pronto y todo indica un nuevo comienzo sutilmente a pocos segundos...

Suena el reloj marcando las 12:00, aquel reloj gigante que los niños ven con asombro siempre, y en la ventana se puede ver el niño que pasa sus días encerrado esperando este mismo momento, emocionado se apega a el vidrio de la ventana decorado con pequeñas pegatinas de gel y espera...

La magia sucede cuando a las doce el reloj que suena vigoroso y ostentosamente da la orden a las sombras, estas se despegan de su forma de origen y deambulan libres de todo el que los quiera atrapar, realizando un baile para celebrar el estar vivos, "¡hurra!" "¡viva!" gritan felices con copas imaginarias de vino, bailando con movimientos lentos, espontáneos y hermosos. El niño en sus noches de insomnio se ha percatado que las personas no se dan cuenta de este fenómeno, es como un regalo del cielo para él, una compensación a todo lo que le ha pasado.

Luego de que las sombras pasean y festejan en sus horas predilectas se despiden cordialmente entre sí y, lentamente, suben a el reloj que les da la vida cada noche, con un poco de magia y encanto se acumulan y en un segundo nada más vuelven a donde suponen pertenecer como si nada... todo esto junto con los primeros rayos del sol y la calma de el amanecer en sus primeros momentos de placer.

El niño se va a dormir finalmente, al menos unas horas, el hombre hace horas desapareció, la lluvia cesó y el viento se calmó, el cigarrillo no está encendido hace mucho pero el corazón de ese niño se prende y mantiene con vida gracias a todo esto. Es una bendición, eso es seguro, no se sabe qué parte de esta historia es la bendición, tal vez es todo, tal vez es su nada o tal vez el cigarrillo... eso no podemos decidirlo nosotros, aunque lo intentemos.

-C