sin reserva

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Había una vez, un cuarto, sin ventanas ni aire, sin vida ni muerte, solo ahí, con una televisión, un sillón y dos personas pero un solo corazón latiente.
Había una vez, un hombre sentado frente al televisor junto a su esposa en ese cuarto, lamentando lo que fué, siendo preligroso y enfermizo para los que lo rodean como los que lo rodeaban. Porque el pasado hizo del presente lo que es.

El hombre sale de la habitación sin decir una palabra. Justo después las cosas que no deberían poseer vida, como su esposa o la televisión, la adquieren. La figura disecada empieza a moverse poco a poco como hecha de vidrio mientras el televisor se prende mostrando en las noticias quién está muerto y explicando la noticia erróneamente.

La figura empieza a pestañear y mueve los dedos de sus manos para acostumbrarse a la sensación de movimiento. Acomoda y sacude el vestido floral blanco que esconde la abertura roja en el centro de su pecho para pararse, adquirir el control remoto y volverse a sentar hasta el momento de escuchar un ruido que indique la llegada del que en la vida fué su esposo y en la muerte el culpable.

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-C

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2016 ⏰

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